Tres mitos que debes dejar de creer sobre tener casa propia

De finanzas y otros demonios -
Al principio parece que las casas nuevas necesitarán poco mantenimiento, pero el diablo está en los detalles. Foto: Flickr de Images Money (taxrebate.org.uk) [CC BY-NC-SA 2.0]
Al principio parece que las casas nuevas necesitarán poco mantenimiento, pero el diablo está en los detalles. Foto: Flickr de Images Money (taxrebate.org.uk) [CC BY-NC-SA 2.0]

A los mexicanos nos encanta tener casa propia. En los libros de biología mexicanos deberían cambiar el ciclo de la vida: el hombre nace, crece, compra casa, se reproduce y muere… para dejarle la casa a los hijos. De acuerdo con el INEGI 2010, 71.2% de los mexicanos está viviendo en una casa propia o que está pagando.

Muchos obtienen de su casa propia una sensación similar a la del matrimonio: los hace sentir seguros (ahora sí, de aquí nadie me saca), orgullosos y exitosos. El enamoramiento con las casas lleva a muchos a comprar una segunda o tercera “como inversión” o “para rentar”. Pero todas las lunas de miel llegan a su fin, y la casa propia no es la excepción. El entusiasmo inicial decrece y nos quedamos con la realidad: que no hay nada perfecto ni seguro en esta vida.

Es por ello que, igual que con el matrimonio, es importante tener expectativas realistas antes de adquirir una casa. ¿Cuáles son los mitos que nos arruinan la “inversión” en bienes raíces? A continuación, algunos de los más importantes:

Mito 1: Las casas son una inversión segura

Las personas con aversión al riesgo tienden a considerar los bienes raíces como una inversión segura. A fin de cuentas, el terreno y la construcción son algo físico, palpable, que “siempre sube”, y se ve mucho más sólido que los bonos, títulos o acciones que constituyen las inversiones financieras. Además, comprar bienes raíces no requiere de conocimientos especializados, ¿cierto?

No, no es cierto. Esta solidez puede ser un espejismo. Al igual que las acciones, la demanda de vivienda varía de acuerdo a la ubicación, la economía y a la época. ¿No me creen? Hoy mismo pueden comprarse una casita en Detroit por cien dólares. Sí, Detroit, la ciudad industrial que, en los años cincuenta, fue la quinta más grande de Estados Unidos. Y eso le ha sucedido a otras ciudades, y puede pasarle a la tuya. En México, muchas urbes o colonias han sufrido una disminución del valor de sus propiedades debido a la percepción de violencia, su ubicación lejos de centros de trabajo, escuelas y comercios, así como vías y servicios de transporte deficientes. Y si tu propiedad no aumenta de valor, entonces estás perdiendo dinero, porque la inflación sí sigue aumentando. Todo esto sin contar otros riesgos como terremotos, inundaciones, deslaves, incendios, etc.

Mito 2: Las casas siempre suben de valor

Es verdad que los precios inmobiliarios tienden a la alza, pero cuidado, lo que sube de precio no es la construcción  sino el terreno. Las casas tienen una vida útil determinada (puede ser de entre 50 y 100 años, dependiendo de la calidad de los materiales usados y el mantenimiento), y entre más tiempo pasa, menor vida útil les queda, menor valor tienen y más difícil es que otorguen un crédito para comprarlas. Por ello, si el valor del terreno no sube lo suficiente, entonces el dueño de la propiedad tiene pérdidas: su construcción se deprecia con cada día que pasa y tiene que pagar un montón de costos fijos que veremos a continuación.

Mito 3: Como propietario, no pagas renta

Sí, es cierto que al tener tu casa propia no pagas renta, pero considera también los siguientes gastos que, al igual que la renta, nunca recuperarás:

Intereses – si estás pagando tu casa, los intereses son una renta: es dinero que no volverás a ver jamás.  En México los intereses están alrededor del 10% anual, de entre los más altos del mundo, lo que significa que en muchos casos, la casa que te tomaría 30 años pagar con un crédito, podrías  pagarla en 15 años de contado si durante este tiempo rentas y ahorras. Haz cuentas para tu caso en particular.

Transporte – Todavía no conozco a nadie que venda su casa para mudarse más cerca del trabajo. No es común porque la gente ve al trabajo como algo temporal, y a su casa como algo eterno. Lo que sí veo diario es a miles de personas conduciendo durante horas cada día para ir a trabajar. Ya sea que tomes el transporte público o que manejes, desplazarte tendrá siempre un alto costo en tu billetera y en tu salud. Tu casa podrá ser para siempre si le das mantenimiento, pero tú y yo tenemos los años contados, ¿quieres pasarlos en el tráfico?

Mantenimiento – Al principio parece que las casas nuevas necesitarán poco mantenimiento, pero el diablo está en los detalles, e inmediatamente deberás gastar tiempo y dinero en instalar herrería, tanque estacionario, cocina integral, clósets, cortineros, y hasta las líneas para colgar la ropa. En casas usadas, habrá que pintar los muros, la herrería, arreglar llaves de agua, y renovar el impermeabilizante. Siempre hay algo pendiente que hacerle a la casa.

Impuestos, pérdida de oportunidades – Aunque hayas terminado de pagar tu casa, hay una renta que jamás podrás evitar: el pago de predial. Después de pagarlo, más te vale acostumbrarte a dejar pasar oportunidades de empleo en otras zonas de tu ciudad o país, para no separarte de tu preciada posesión y la seguridad que te hace sentir.

El tiempo que pases trabajando para pagar intereses, conduciendo al trabajo, y dándole mantenimiento a tu casa jamás volverá. ¿Vale la pena? Eso depende. En mi próximo artículo describiré los componentes de una compra de hogar inteligente.

*DR

Aclaración:
El contenido mostrado es responsabilidad del autor y refleja su punto de vista.
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