Carlos Velázquez

Veranda

Carlos Velázquez

24 Ago, 2020

Chucky y Annabelle quieren hundir los cruceros

Si 2020 es un año de terror para el turismo, para el negocio de los cruceros está siendo peor que enfrentar a Chucky y a Annabelle juntos, pues a todas las calamidades conocidas habrá que añadirle el peso en contra del poder político de los Estados Unidos.

Eduardo González Cid, propietario de Café Azul, principal empresa de avituallamiento de esos hoteles flotantes en México, quien, además como especialista en el tema ha asesorado a gobernadores y legisladores en varias ocasiones, tiene una teoría interesante.

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Tras advertir que es a título personal, sostiene que, detrás del retraso de la publicación de los protocolos estadunidenses para la operación de los cruceros durante la pandemia del covid-19, puede haber una decisión política para proteger a los hoteles.

Y es que el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, en inglés) no sólo ha retrasado su expedición, de cuyo cumplimiento dependerá el regreso de las navieras al negocio, sino que además ya lanzó una consulta pública al respecto.

Así es que ahora el “pueblo bueno” de Estados Unidos también podrá hacer valer su opinión ante un asunto técnico, al estilo del presidente López Obrador.

Generar protocolos inteligentes para evitar los contagios del nuevo coronavirus no es “ciencia oculta” y recientemente, por mencionar un caso, la Secretaría de Turismo de Quintana Roo, cuya titular es Marisol Vanegas, liberó unos protocolos serios y bien pensados para los cruceros.

Las posiciones proteccionistas contra las navieras también se vieron en México cuando los dueños de los hoteles de Quintana Roo frenaron el proyecto del home port en Puerto Aventuras, en la Riviera Maya, aduciendo una competencia desleal de las mismas.

Así es que el regreso de los cruceros sigue en veremos porque, según la teoría de González Cid, le compiten duramente a los hoteles en ciertas plazas, incluso cuando también generan negocio, debido a que usan banderas de conveniencia, es decir, de paraísos fiscales, para eludir los impuestos.

Esto ya les costó a las navieras estadunidenses quedarse fuera de los programas de apoyo del gobierno de Donald Trump, quien, por cierto, es un hotelero famoso. Así es que estas compañías tienen un rompecabezas por resolver.

La única pieza que no encaja, según Rubén Olmos, presidente de la firma de cabildeo, Global Nexus, es que Micky Arison, jefe de Carnival, es gran amigo de Trump, al punto de que los dueños de las navieras fueron de los primeros en reunirse con él al principio de la pandemia.

Pero los propios familiares de Trump han refrendado en las últimas semanas que el presidente no es precisamente una persona en quien se pueda confiar.

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DIVISADERO

Buenos deseos. Los empresarios y líderes con los que habló el autor de este espacio, después de la presentación del Visitmexico en petit comité del jueves pasado, coincidieron en que tiene un diseño interesante, sobre todo para conectar a las pymes con los viajeros y que puedan aumentar sus ventas.

Todos ellos esperan que el modelo funcione, pues es lo que más le conviene a México.

 

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