Carlos Velázquez

Veranda

Carlos Velázquez

4 Ago, 2020

El duopolio de los ferrys en Cozumel

Dice una irónica frase: “Quienes critican los monopolios es porque nunca han tenido uno”.

En Cozumel hablan del duopolio que históricamente han tenido la familia Orozco, hoy capitaneada por Germán Orozco, y la familia Molina, donde Rogelio Molina lleva la batuta.

La primera es dueña de los ferrys Winjet, la segunda opera con la marca Ultramar y ambas se encargan de transportar a turistas y habitantes locales, entre esa isla y la parte continental de Quintana Roo; además de otras rutas.

Con una lógica entendible dadas las consecuencias de la pandemia por covid-19, ambas empresas subieron sus tarifas durante el confinamiento.

Entendible, porque sus costos fijos se mantuvieron, pero el número de pasajeros transportados cayó.

Sin embargo, el aumento de precios provocó ira, también comprensible, entre los habitantes, pues, sin cruceros, en Cozumel se está viviendo en una economía de guerra.

El 13 de julio, la Comisión Federal de Competencia Económica, cuya comisionada presidenta es Alejandra Palacios Prieto, informó que investigaría las condiciones de competencia en los servicios marítimos de pasajeros en rutas con origen y/o destino en la zona norte de Quintana Roo. Su propósito es determinar si existen o no condiciones de competencia para que, en su caso, la Secretaría de Comunicaciones y Transportes establezca medidas regulatorias, incluso la definición de la tarifa del servicio.

La historia comenzó hace muchos años, cuando Trino Orozco tenía el monopolio de los cruces con sus ferrys México, hasta que aparecieron los Molina y lo trataron de hundir a billetazos.

Después de tirar las tarifas y competir también por el servicio —lo que hizo felices a locales y turistas— ambas partes entendieron que “el sol” podía salir para ambos. Así es que las tarifas se alinearon, con pesitos de diferencia, e incluso se repartieron los horarios.

Los cozumeleños se quejaban y Enrique Peña, en su campaña presidencial, firmó el compromiso, quién sabe qué número, de que bajaría las tarifas, lo que hizo en un porcentaje mínimo, poniendo otra vez a ambas partes de acuerdo.

Entonces Beto Borge, el exgobernador de Quintana Roo, y quien hoy es “huésped” de una cárcel en Morelos, entró con su papá al negocio, tiró los precios y, cuenta la leyenda, lo hizo, además, condonándose por debajo del agua algunos impuestos.

Pero a los Borge se les olvidó que había que darle mantenimiento a los ferrys, así que debido a su mala administración incluso uno de sus barcos explotó, lo que la vox populi calificó de autoatentado.

Hoy sería un motivo de charla de cantina cozumeleña, de no estar cerradas por la pandemia, si la Cofece, en tiempos de la 4T, disolverá el duopolio.

O si, como en El gatopardo, “todo cambia para seguir igual”.

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