Carlos Velázquez

Veranda

Carlos Velázquez

11 Mar, 2019

El turismo sigue creciendo en el Valle de Guadalupe

 

Valle de Guadalupe, BC.

En números redondos, 180 bodegas están produciendo vino en esta región del país, aunque sólo unas 100 pagan impuestos y están constituidas formalmente.

Hace pocos años, las empresas de mayor tamaño estaban enfocadas en mejorar y hacer más eficientes sus procesos de producción.

Hoy se mantiene ese mismo interés, pero también el turismo y la gastronomía se han convertido en jugadores de primera línea, lo que ha abierto una polémica sobre el futuro de esta región.

Voces como las de Natalia Badán, propietaria de la bodega Mogor Badán, tienen un peso moral, pues ella sigue privilegiando una producción limitada y de alta calidad, pero con un enorme respeto a la sustentabilidad.

Incluso, con esa visión se alió con Drew Deckman, un chef estadunidense, para abrir en su propiedad el restaurante Deckman’s que precisamente impulsa la comida orgánica en un ambiente rural.

Los que ahora, también han llegado son proyectos con grandes inversiones, que le están apostando al delicado trinomio de ofrecer una hotelería y gastronomía de alto nivel, cuidando el agua y el medio ambiente y, además, produciendo vino de primera línea.

En ese sentido El Cielo, de Gustavo Ortega, está haciendo la mayor apuesta turística en el Valle de Guadalupe, aunque también tiene el reto de comunicar su visión entre quienes no aceptan que pueda haber crecimiento y cuidado del medio ambiente.

El Cielo recibió una inversión no prevista de Lolita López Lira y José Luis Martínez, del Grupo Lomas Travel, que ya le ha permitido abrir 56 suites de lujo, aunque llegará a 90.

En toda la propiedad se produce la vid, cuenta con lagos artificiales para la acumulación de agua de lluvia y una planta de tratamiento, que le permite reinyectar el líquido a los mantos freáticos.

La empresa también impulsa proyectos de responsabilidad social y de apoyo a la comunidad.

Pero, además, Ortega tiene como enólogo a Jesús Rivera, uno de los “hacedores de vino” más reconocido de la zona, de los pocos que, siendo oriundo del Valle de Guadalupe, ha diseñado varios “caldos” reconocidos internacionalmente.

Después de su paso por Barón Balché, Rivera es el enólogo que ya en El Cielo está detrás de los vinos mexicanos que más medallas han ganado en concursos internacionales de cata.

El otro componente del negocio es la tienda y sala de degustación, una de las más visitadas en la zona.

Con la pesada estructura de impuestos que se aplica a los vinos mexicanos, sobre todo por el cobro del Impuesto Especial Sobre Producción y Servicios (IEPS), Ortega sabe que el negocio está en vender los vinos abiertos en la bodega y sin marbete.

Una opción que permite la ley, así es como él dice: El dinero se gana en las catas y la marca fuera del Valle de Guadalupe.

Son pocas las empresas con este alcance, pero estos son los proyectos que están catapultando turísticamente a la región, pues donde realmente están los riesgos es en aquellos que descuidan la sustentabilidad para privilegiar las ganancias.

 

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