Carlos Velázquez

Veranda

Carlos Velázquez

11 Mar, 2020

La estrafalaria Marina de Fonatur en Cabo San Lucas

Dicen en el Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur) que la Marina de Cabo San Lucas es sui generis, expresión en latín que tiene entre sus acepciones la de “estrafalario”, misma que se queda corta para describir a la Marina antes mencionada.

En enero, a las navieras les aumentaron 40 por ciento las tarifas, a cambio de las cuales reciben algunos servicios aceptables, pero otros muy malos.

Hasta el año pasado, los cruceros más grandes pagaban por anclarse unos 24 mil dólares más IVA y ahora la cifra es cercana a los 34 mil dólares más IVA. Además, por los pasajeros pagaban cuatro mil 500 dólares y ahora pagan seis mil 300.

Supongamos que el promedio actual por crucero fuera de 25 mil dólares y que hubiera 230 como la temporada pasada. Nada más por este concepto la Marina tendría ingresos anuales de cinco millones 750 mil dólares más IVA.

A la misma llegan, además, algunos de los yates más lujosos, como el Seven Seas, del director de cine Steven Spielberg, quien hace tres semanas le dio un paseo por el Mar de Cortés al expresidente estadunidense Barak Obama y a su familia.

Pero la “cara oscura de la luna” comienza con una maniobra del otrora senador priista Ricardo Barroso, quien hizo obligatorio contratar pilotos locales para conducir las maniobras de anclado, como si se tratara del Canal de Suez y no de la Marina de San Lucas.

Después vienen los servicios que otorga la Marina, en los que resaltan los baños públicos fuera del recinto (pues son deplorables) y los interiores, que son bastante malos también, aunque no al extremo de los primeros.

Las luminarias son de halógeno, las cuales ya no se producen, así es que hoy sólo funcionan la mitad y urge cambiarlas por unas de leads, aunque lo más importante sería reemplazar la tubería del drenaje de la parte nororiental de la Marina.

Tanto Arturo Morales, subdirector de Administraciones Portuarias Integrales de Fonatur, como Fernando Hoyos, titular de la Marina de Los Cabos, están conscientes de esta situación, pero la solución no es nada sencilla.

Fonatur tiene la concesión de la API, pero una filial diferente es dueña del terreno donde están las oficinas y los baños. Además, la primera cobra y tiene utilidades, pero no puede reinvertirlas en la Marina sin la autorización de la Secretaría de Hacienda.

La Subdirección de Morales reportó, el año pasado, ganancias por 55 millones de pesos, ganancias que, seguramente, serán mayores en 2020 nada más por el incremento tarifario. Pero con esos recursos tienen que atender necesidades de las áreas públicas del destino y hasta subsidiar a la API de Huatulco, la cual también administra Fonatur.

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En total se necesitan 1.2 millones de pesos para arreglar los baños, 14.2 millones de pesos para cambiar el drenaje y unos 5.5 millones para reemplazar las luminarias de los once andadores.

Y resulta, con todo y lo anterior, que la división que lleva las API de Fonatur ya fue actualizada legalmente para operar el Tren Maya, una vez que se construya.

Así es que, además del galimatías descrito aquí, el área especializada en servicios a la navegación terminará siendo ferrocarrilera.

 

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