Carlos Velázquez

Veranda

Carlos Velázquez

26 May, 2020

Las aerolíneas y la mano invisible de López Obrador

 

Una diferencia entre aviación y turismo es que la primera es una actividad estratégica y la segunda no, pese a la enorme importancia que tiene en México, debido, sobre todo, a sus características geográficas, climáticas y culturales.

La importancia vital de la aviación se puso de manifiesto al inicio de la pandemia del covid-19, cuando las aerolíneas mexicanas hicieron esfuerzos importantes para repatriar a muchos mexicanos que se habían quedado varados en distintas partes del mundo.

En una segunda etapa, estas compañías, tanto mexicanas como extranjeras, han sido fundamentales para transportar a México toneladas de equipo de protección para el personal de salud, el cual está al frente de la batalla contra el nuevo coronavirus.

Tanto la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, como la de Relaciones Exteriores, cuyos titulares son Javier Jiménez Espriú y Marcelo Ebrard, respectivamente, han trabajado con el sector de la aviación para tramitar permisos y resolver problemas regulatorios.

En donde las aerolíneas se han topado con una pared de hormigón es en la obtención de recursos y apoyos fiscales, incluyendo el diferimiento de pagos a la Secretaría de Hacienda.

En un hecho inusitado, Arturo Herrera, el titular de esa dependencia, ni siquiera le ha condonado el Impuesto al Valor Agregado a varias organizaciones privadas no lucrativas, las cuales importaron respiradores que después fueron donados para salvar vidas.

Luis Noriega, presidente de la Cámara Nacional de Aerotransporte (Canaero), reconoció la disposición de Jiménez Espriú para resolver los temas regulatorios y su capacidad técnica.

Pero no ha habido una respuesta positiva para el diferimiento de pagos a entidades públicas, ni para el otorgamiento de garantías para obtener créditos, ni en la reducción de costos operativos en los aeropuertos del gobierno federal o a la Tasa de Uso Aeroportuario (TUA).

Tampoco ha sido positiva la propuesta de que se deje de cobrar temporalmente el Derecho de No Residente, y ni hablar de un paquete de apoyo con recursos públicos para salvar al sector aéreo, como está en marcha en Estados Unidos, Canadá, Europa y varios países latinoamericanos, como Brasil, Perú y Chile.

El escenario para la segunda economía más grande de América Latina es que sólo unas pocas aerolíneas mexicanas lograrán salir delante de la pandemia.

El resto, como sucedió con los bancos tras la crisis de 1994, tendrá que ser adquirido, seguramente, por capitales extranjeros, sobre todo si cambian los límites accionarios actuales, y ello implicará la desaparición de los derechos laborales que, durante décadas, han defendido los sindicatos del sector.

Así es que un gobierno de izquierda que privilegia la intervención del Estado en la economía, como lo es el del presidente López Obrador, terminará provocando que, en el futuro, las aerolíneas “mexicanas” despidan a miles de empleados.

Conscientemente o no, su efecto será más darwiniano que el de la “mano invisible del mercado” que pregonaba Adam Smith.

Además, muchos destinos mexicanos ya no serán conectados por estas compañías o lo harán con un número muy pequeño de asientos disponibles, a precios mucho más altos que los que había antes de que la pandemia se instalara en el mundo.

 

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