David Páramo

Análisis superior

David Páramo

17 Ago, 2018

De borracho a cantinero

Hay una buena cantidad de dichos y refranes populares que pueden definir lo que está ocurriendo en diferentes áreas del equipo de transición de Andrés Manuel López Obrador, como: no es lo mismo ser borracho que cantinero, los toros se ven mejor desde la barrera, el mejor entrenador está en el sillón de su casa…

Durante la contienda electoral, el ahora Presidente electo aseguró una y otra vez que no se construiría el NAICM. Más allá de los exabruptos y excesos verbales que llevan a falsear la verdad, pero en los que desgraciadamente se incurre en toda campaña electoral, es necesario irnos al corazón de los dichos.

Básicamente el entonces candidato planteó que, de acuerdo con sus análisis, era mejor opción construir una terminal aérea donde actualmente se ubica la base de Santa Lucía y mantener el actual AICM, puesto que era más barato.

Se cuestionó el proyecto del NAICM bajo sospechas de corrupción, gasto innecesario y algunos otros asuntos francamente absurdos como que se había tomado dinero de las afores para financiar el proyecto.

Ante la férrea defensa que hicieron amplios y diversos grupos de la iniciativa privada, entre los que se deben incluir empresarios de aviación, turísticos, constructores, el grupo aeroportuario encargado de la obra, tomadores de bonos y muy destacadamente Carlos Slim, la respuesta de López Obrador fue que si tanto lo querían lo pagaran ellos.

Alfonso Romo intentó, sin éxito, establecer una mesa de diálogo a través del Consejo Coordinador Empresarial para tratar el tema del aeropuerto; sin embargo, la tensión política y los excesos verbales impidieron que se realizara este encuentro.

SEGUNDA FASE

Tras la victoria electoral, López Obrador y su equipo moderaron la tajante negativa al proyecto del NAICM y abrieron un abanico de tres posibilidades: Construir un aeropuerto en Santa Lucía que opere simultáneamente con el AICM; mantener el NAICM en las condiciones actuales, luego de un amplio proceso de auditoría y la tercera opción sería concesionar en algún punto el NAICM.

En algunas entrevistas Javier Jiménez Espriú, quien ha sido postulado como secretario de Comunicaciones y Transportes en el próximo gobierno, hizo declaraciones que llegaron a generar precepciones de que tendría ya indicios claros de cuál sería la posición del nuevo gobierno e incluso se construyeron algunas narrativas.

Así se entró a una fase en la que el Presidente electo se compromete con un gremio de ingenieros a presentar un dictamen, realizado por un grupo que calificó como de sus expertos, el cual servirá para que ellos den su opinión y después proceder a una consulta pública.

ENREDO

El miércoles se tenía anunciada una reunión entre López Obrador y sus expertos para conocer el dictamen y entrar a la siguiente fase; sin embargo, según la explicación de Jiménez Espriú, en la madrugada recibieron información técnica de seguridad aeronáutica internacional que les llevaría a cambiar el sentido del dictamen y se acordó que hoy deba ser presentado.

¿Qué estudio podría haber cambiado el sentido? Desde hace muchos meses son conocidos, y públicos, los estudios realizados por MITRE, IATA y OACI (las tres más grandes organizaciones mundiales sobre aviación y aeropuertos). ¿Los miembros del equipo de transición no los conocían o alguna de estas instituciones cambió de opinión?

De ser cierto que no tenían la información vital hasta el miércoles en la madrugada, ¿en qué habían fundamentado su oposición al proyecto? Es difícil aceptar que se trató de una estrategia política para tomar una posición hacia la sociedad o que realmente se estaba hablando sin el debido conocimiento de causa. En los últimos días se han filtrado versiones en el sentido de que Carlos Urzúa, propuesto como secretario de Hacienda, se ha llevado una buena cantidad de sorpresas como el costo que tendría disminuir el IVA en la frontera, en la medida en que los funcionarios de la actual administración le han presentado toda la información.

Con buena intención podría pensarse que algo similar ocurre en el equipo que está propuesto para ocupar la SCT; sin embargo, no haber tenido el dictamen en tiempo y forma genera mayores especulaciones.

Si el dictamen señala que se debe hacer el aeropuerto en Santa Lucía y mantener el AICM, se dirá que el nuevo gobierno cedió ante presiones de Atenco o del empresario José María Riobóo, quien es muy cercano al ganador de las elecciones. Si se decide mantener el proyecto actual, entonces parecería que el nuevo gobierno cedió ante las presiones empresariales o, en el extremo, con la mafia del poder y los grupos vinculados con el presidente Enrique Peña Nieto.

Si se opta por concesionar el NAICM, más de cuatro pensarían que se cedió a la petición abierta y pública de Slim, quien dijo que le gustaría que así fuera.

Más allá del ruido político, la decisión razonable y conveniente en el mejor interés de los mexicanos es que se mantenga el proyecto del NAICM, ya sea concesionado o como está actualmente.

Es la hora de gobernar.

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