David Páramo

Análisis superior

David Páramo

5 Mar, 2019

Fintas

 

El Padre del Análisis Superior ha decidido que ha llegado el momento de quitarles las lagañas a sesudos analistas e incontinentes periodistas sobre lo que está sucediendo en el sindicalismo. Pongan atención y tomen notas, ya basta de exhibir su mala comprensión.

Comencemos por lo que no es.

Primero. No es que Luisa Alcalde, secretaria del Trabajo, le esté buscando chamba a su papá de una manera burda y ridícula. Ciertamente, Arturo Alcalde es uno de los abogados laborales más exitosos del país, y por ello no requiere que su hija le eche la mano.

Segundo. No es un movimiento orgánico de los trabajadores que estarían aprovechando el nuevo gobierno para romper con sindicatos que, en su inmensa mayoría, están para servirse de sus agremiados para obtener poder y dinero.

Los nuevos movimientos sindicales buscan quitarles el poder a otros, pero sin darles nada a cambio a los trabajadores. Bueno sí, les están ofreciendo regalos, descuentos y cosas equiparables a Frutsi y torta para el trabajador.

No les ofrecen mejorar las condiciones laborales a pesar de que los tratan de deslumbrar con espejitos como el caso de las maquiladoras de Tamaulipas. En la sección de fintas el PAS dará mayores elementos.

FINTAS

Primera. Hay quienes imaginan, ternuritas, que es la reacción natural luego de que el Congreso Mexicano adoptara el Convenio 98 de la Organización Internacional del Trabajo que permite a una empresa tener varios sindicatos y a los trabajadores elegir (supuestamente libremente) a qué organización desean pertenecer.

Segunda. El más grande engaño es tratar de hacer creer que Walmart enfrenta un grave problema por el emplazamiento a huelga que harían algunos de sus trabajadores. Se trata de una mentira, esta empresa tiene más de 180,000 trabajadores y menos del 5% está afiliado a un sindicato, casi todos ellos concentrados en Jalisco.

La Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC) está haciendo ridículos esfuerzos para tratar de mantener a estos trabajadores en el sindicato ofreciéndoles descuentos de parques de diversiones, transportes y otras chucherías.

HECHOS

Primero. Durante demasiado tiempo, el gobierno apostó por el corporativismo sindical. Grandes organizaciones como la CTM, CROC, CROM (sindicatos como el del maestros, IMSS o Pemex) se convirtieron en brazos del poder político.

Diseñadas para mantener tranquilos, cooptados, a cambio de que sus líderes pudieran acumular insultantes fortunas y poder político que les da una forma de vida no pocas veces superior a la de los patrones con los que tienen relaciones laborales. Todo esto con trabajadores que se mantienen pobres y dominados. Dejar a estas agrupaciones hacer lo suyo, en la mayoría de los casos enriquecer a sus líderes, a cambio de que no causaran problemas.

La larga paz laboral que se registró en el país ciertamente tuvo que ver con la mejoría en las condiciones económicas de la nación gracias al sostenido crecimiento económico y la baja inflación, pero también a que los líderes no querían seguir el camino de Elba Esther Gordillo.

Segundo. Al nuevo gobierno sí le interesa regresar al control corporativo de los sindicatos, un modelo similar al que se vivió en el país cuando el PRI tenía en su sector obrero a su principal bastión de control y movilización.

Napoleón Gómez Urrutia no logró un lugar en el Senado de la República por el dinero con el que, según algunos, habría financiado la campaña de Morena a la Presidencia de la República, sino también por impulsar el regreso al modelo de sindicatos corporativos.

Este líder sindical está tratando de organizar una fuerte efervescencia al interior de diferentes sindicatos, como el de las maquiladoras de Tamaulipas, cuando se rompió el pacto de mantener la fuente de trabajo a cambio de ceder en cláusulas del contrato colectivo de trabajo como ajustar salarios por inflación.

Este movimiento costó no únicamente pérdida de fuentes de trabajo, sino que también contaminó otros casos de grandes empleadores, como es Coca-Cola.

La intención de crear una nueva gran central obrera que sería el sector obrero de Morena ha tenido algunos graves inconvenientes. No únicamente por el ruido que está causando al gobierno o la forma en la que algunos no han cedido como los telefonistas. Francisco Hernández Juárez decidió mantenerse en su posición para no friccionarse con Teléfonos de México.

Como era de esperarse, los sindicatos tradicionales están tratando de mantener un negocio que les ha resultado muy rentable a lo largo de las últimas décadas y de ahí que algunos crean que la movilización y los gritos sean la manera de quedarse o preservar el negocio.

Tristemente, ni los tradicionales ni los nuevos parecen estar interesados en el bienestar de los trabajadores. El problema, claramente, no está en las empresas, sino en los sindicatos que explotan a sus agremiados.

 

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