Elon Musk: Su fortuna se redujo 156 mil mdd en menos de un año

Los encabezados de las noticias aman u odian al CEO de Tesla y Twitter, por sus grandes innovaciones o sus polémicas decisiones. Sus acciones, comentarios y tuits inciden no sólo en las empresas que dirige, sino que pueden generar impactos a escala cultural, económica y política al tener a millones de personas al pendiente de sus actos.

Elon ha ganado fama de genio multimillonario, liderando proyectos tecnológicos ambiciosos y posicionándose como la persona más rica del planeta durante la pandemia. Sin embargo, la semana pasada Elon Musk fue destronado como la persona más rica por el empresario francés Bernard Arnault, presidente del grupo LVMH (Louis Vuitton, Moët y Hennessy).

De acuerdo con el Índice de Multimillonarios de Bloomberg, hoy en día la fortuna de Elon asciende a los 148 mil millones de dólares, mientras que Bernard Arnault cuenta con una fortuna de 161 mil millones de dólares.

A pesar de haber perdido la corona como el más rico, Elon Musk sigue siendo el CEO mejor pagado del mundo, pues en el 2021 recibió una cifra cercana a los 10 mil millones de dólares, cifra mucho mayor a lo que gana el resto de los CEO mejor pagados.

Una de las razones por las que Musk perdió el título de hombre más rico del mundo se deriva del mal desempeño que ha tenido Tesla en lo que va del año. Las innovaciones de esta empresa suponían un parteaguas para lo que se consideraba el futuro del sector automotriz, es decir, los automóviles eléctricos.

De acuerdo con el CEO de Toyota, Akio Toyoda, este considera que el futuro de los autos no será exclusivamente eléctrico debido a sus limitantes. Por lo mismo, el último año ha sido desastroso para las acciones de Tesla.

Iniciaron el 2022 en un precio cercano a los 399 dólares por acción, pero a unos cuantos días de terminar el año se encuentran alrededor de los 138 dólares. Esto implica una pérdida de 66% para las acciones de la empresa automotriz más valiosa del mundo.

A pesar de esto, las energías de Musk, están centradas en Twitter después de comprarla hace poco por cerca de 44 mil millones de dólares. Sin duda, Twitter ha sido un capricho muy caro para el magnate y ha perdido la confianza de los inversionistas. Por lo mismo, su fortuna se redujo 156 mil millones de dólares en menos de un año.

Recordemos que Twitter fue deslistada de bolsa a finales del mes de octubre debido a que Elon Musk tomó la decisión de hacerla una empresa privada como parte de su estrategia de adquisición.

Esta estrategia de salir de bolsa ya había sido propuesta por Musk para el caso de Tesla, debido a los problemas que ha tenido la distribución de automóviles durante el último año. Sin embargo, la decisión no había sido tomada debido a que gran parte del financiamiento de Tesla proviene de accionistas que todavía creen que esta compañía tiene potencial para seguir creciendo.

Parte de la obsesión con Elon radica en el reconocimiento de su capacidad de adelantarse a tendencias, como fue su participación en la creación del sistema de pagos electrónicos PayPal, la promesa de enviar personas comunes y corrientes a Marte dentro de unos años (SpaceX) o la propuesta de renovar la movilidad urbana Hyperloop y Tesla.

Quizás esto le ha ameritado las sumas cuantiosas de dinero mencionadas previamente. Sin embargo, a pesar del éxito que han tenido las empresas de Elon como SpaceX y Tesla, Elon no deja de ser un mortal. Por un lado, el manejo de Twitter ha sido desastroso.

Despidió a la mayoría de la plantilla laboral y aterró a millones con su propuesta de traer de vuelta a la plataforma al expresidente Donald Trump, quien anteriormente sobresalía por replicar discursos de odio dentro de la red social.

La figura de Elon Musk, al igual que de muchos CEO, se encuentra mitificada. Con 140 caracteres tiene el poder de influir en el precio de activos y las opiniones de ciudadanos. Pero el hombre nunca está a la altura del mito, como cualquier mortal se equivoca. Musk se equivocó al descuidar a Tesla por Twitter y el mercado lo está castigando por eso.  

Por Víctor Martínez y Rodrigo Chávez