La crisis del covid y la reacción monetaria y fiscal en la UE

El esfuerzo de recuperación económica de Europa debería ser diferente. Una capacidad fiscal centralizada permanente y la creación de activos seguros serían un buen comienzo.
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El esfuerzo de recuperación económica de Europa debería ser diferente. Una capacidad fiscal centralizada permanente y la creación de activos seguros serían un buen comienzo. Foto: iStock
El esfuerzo de recuperación económica de Europa debería ser diferente. Una capacidad fiscal centralizada permanente y la creación de activos seguros serían un buen comienzo. Foto: iStock

CIUDAD DE MÉXICO.- El esfuerzo de recuperación económica de Europa debería ser diferente. Una capacidad fiscal centralizada permanente y la creación de activos seguros serían un buen comienzo. Esta es la cuestión que queda en el aire esta semana incluso después de que la Unión Europea (UE) llevó a cabo su transacción más ambiciosa en los mercados financieros mundiales.

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Esa consideración nos lleva a la siguiente pregunta: ¿está haciendo Europa demasiado poco y demasiado tarde para apoyar su recuperación económica posterior a la pandemia?  En realidad, la Unión Europea es ejemplo de asuntos pendientes, aunque la gestión de la crisis ha mejorado mucho respecto a la Gran Crisis Financiera. Entre las piezas que faltan se encuentran las herramientas adecuadas de estabilización macroeconómica. Las vulnerabilidades de la configuración actual incluyen el riesgo de que las dificultades fiscales y bancarias se refuercen mutuamente, como sucedió hace diez años en la crisis de la deuda soberana europea. La falta de capacidad fiscal en el centro conduce a una dependencia excesiva y políticamente polémica de las políticas monetarias poco convencionales del Banco Central Europeo.

La capacidad de recuperación de la Unión Europea está en función de diversos factores que no son de naturaleza institucional eminentemente. Existen diversos factores que han afectado el producto potencial de la economía europea. Hasta ahora la propuesta es que una reforma fiscal pueda redireccionar la dinámica económica.

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Pero esta vez, durante la pandemia, todos los países de la UE, pero en particular los más frágiles económicamente, se beneficiaron de la suspensión de las normas fiscales y del paraguas protector del BCE para realizar, a nivel nacional, políticas contracíclicas que amortiguaran el impacto. Algo así ha sucedido durante la gestión de esta crisis: las políticas nacionales incluían garantías estatales de préstamos bancarios, compensación por la pérdida de ingresos de trabajadores y empresas, planes de retención de puestos de trabajo y el aplazamiento de algunos impuestos. 

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La otra parte del plan de recuperación de la UE se refiere a la resiliencia. El objetivo es potenciar el crecimiento potencial mediante inversiones públicas respaldadas por reformas estructurales. Si bien la mayor parte del esfuerzo de estabilización macroeconómica se dejó a las iniciativas nacionales, el plan de resiliencia se basará en gran medida en dinero europeo financiado conjuntamente, como la emisión de bonos a 10 años por 20,000 millones de euros lanzada esta semana por la Comisión Europea.

Por supuesto, no hay excusa para que algunos países no hayan implementado reformas estructurales y hayan hecho un buen uso de las inversiones públicas en el pasado. Sin embargo, las estrictas restricciones fiscales dificultaron el panorama de numerosos gobiernos. 

Dentro de las herramientas más fuertes para la recuperación en el viejo continentes se pueden contabilizar las políticas monetarias no convencionales y la política fiscal descentralizada. Esta medida constituye una de las medidas más importantes de desarrollo. La Unión Europea ha desarrollado un conjunto de mecanismos que reaccionan ante la desigualdad en el ingreso.

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Es cierto que la respuesta política no fue perfecta. Fue improvisado de forma ad hoc y de emergencia. Estaba orientada a transferencias fiscales entre estados miembros, cuando lo que realmente necesitaba la eurozona son activos seguros europeos y una capacidad fiscal centralizada.

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Aun así, incluso si la respuesta de los gobiernos podría haber sido más oportuna y eficiente, es difícil argumentar que debería haber sido más grande. El Consejo Fiscal Europeo, un organismo asesor independiente de la Comisión Europea, concluyó esta semana que “las políticas adoptadas o anunciadas de manera creíble por los gobiernos hasta la fecha parecen lograr un grado apropiado de apoyo fiscal”.

En cualquier crisis futura, no se tratará de hacer más, sino de hacerlo mejor, y para eso debe intervenir la dimensión europea. Con los activos seguros de la UE y una capacidad fiscal permanente en el centro, las respuestas políticas del bloque estarían en manos tan poderosas como los actuales nacionales, pero serían más sostenibles, automáticas y oportunas.

Por: Ismael Valverde-Ambriz

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