La crisis fiscal en la que puede caer la economía mexicana

Las finanzas públicas heredadas por la nueva administración ya presentaban una posición vulnerable desde comienzos del 2019
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Las finanzas públicas heredadas por la nueva administración ya presentaban una posición vulnerable desde comienzos del 2019. Foto: Cuartoscuro.
Las finanzas públicas heredadas por la nueva administración ya presentaban una posición vulnerable desde comienzos del 2019. Foto: Cuartoscuro.

CIUDAD DE MÉXICO.- Si la previsión de crecimiento en la estimación previa era de entre 0.8 y 1.8% para 2019, en el reciente Informe Trimestral el banco central lo rebajó a un nuevo rango de entre 0.2 y 0.7 por ciento. Por tanto, todo parece indicar que los programas de austeridad no están funcionando.

Pero, además, sin una reforma fiscal que le permita al Estado aumentar su capacidad de generar mayores ingresos públicos, será prácticamente imposible romper este patrón a causa del poco espacio fiscal que hay. Esta situación existe a pesar de que México ha cumplido con las reglas establecidas en la Ley Federal de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria.

A pesar de que la adopción de una regla fiscal en México pone un límite máximo en la instrumentación del gasto corriente y de que, al menos en teoría, significa un freno a la intervención discrecional y abonan a la credibilidad del marco presupuestal, no ha logrado despolitizar la política fiscal ni borrar la incertidumbre respecto de la capacidad de generar ingresos y del espacio fiscal de esta administración.

Los datos mostraron que, al cierre del 2018, los ingresos presupuestarios representaron 21.7% del Producto Interno Bruto (PIB), el gasto neto fue de 23.7% (el balance presupuestario fue deficitario en 2.0% del PIB) y el Saldo Histórico de los Requerimientos Financieros del Sector Público ascendió a 44.8% del PIB (1.0% menos respecto a 2017), dejando ver que las finanzas públicas heredadas por la nueva administración ya presentaban una posición vulnerable desde comienzos del 2019.

Así, entre los retos más urgentes del actual gobierno está la necesidad de mantener un balance primario sostenible financieramente, mejorar la gastada credibilidad fiscal y cumplir con la meta de Requerimientos Financieros del Sector Público. El problema consiste en que la actual administración intenta revertir esta situación no mediante el fortalecimiento de la capacidad de generación de los ingresos públicos, sino con el recorte de recursos de manera sumamente ineficaz, y de la que se puede deducir que no hay estudios o una planeación de largo plazo.

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Esto resulta especialmente urgente debido a la información presentada el viernes pasado por la Secretaría de Hacienda, sobre la tasa de crecimiento de cero por ciento de los ingresos tributarios del ISR para enero-julio del presente año. Sin embargo, al observar el comportamiento anual, se confirma una caída en términos reales de 10.1 por ciento.

Para el caso del IVA, las cosas no son muy distintas: al ver los datos de enero-julio y compararlos con los del año pasado se muestra una caída de 1.7%, pero observando igualmente el comportamiento anual real encontramos una disminución de 7.9% respecto al 2018.

En general, las cosas no lucen nada bien para el gobierno federal. Según los datos trimestrales reportados en Información de Finanzas Públicas y Deuda Pública, los ingresos tributarios crecieron a una tasa de 4.4% en términos reales para el periodo enero-junio durante el 2018. Pues bien, para el mismo periodo del 2019 se observó una caída de 0.6 por ciento. Para los ingresos petroleros tampoco hay un panorama positivo: en enero-junio del 2018 cayeron en 16.7% y para el mismo periodo de este año la disminución fue de 20.7 por ciento.

Por su parte, un aspecto positivo es que se prometió que durante su administración no se iba a incurrir en la contratación de nueva deuda. No cabe duda de que esto es una buena noticia porque si el país proyecta, en el mejor de los casos, una tasa de crecimiento del PIB de 0.7%, con una tasa de interés de corto plazo del 8.0%, incurrir en más deuda no haría sino volver aún más frágil la posición financiera del país.

Nunca como hoy, con tasas de crecimiento cercanas a cero no vistas desde hace más de 16 años y con una perspectiva fiscal tan obscura, ha sido tan urgente la instrumentación de una reforma fiscal que otorgue al gobierno las herramientas para instrumentar una agenda de izquierda. La austeridad, con la economía global amenazando con una recesión, no puede generar crecimiento económico ni desarrollo.

*Autor: Ismael Valverde-Ambriz, analista de llamadinero.com.

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