Los múltiples impactos que tuvo el apagón en Venezuela

CARACAS.- El contaminado río Guaire que fluye por el centro de Caracas constituía una escena distópica. Los residentes del barrio marginal cercano de San Agustín habían escuchado que una tubería del drenaje tenía una filtración hacia el torrente.

Se apresuraron a bajar por sus márgenes de hormigón con contenedores de plástico para recoger agua antes de que esta se mezclara con las aguas residuales.

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El 11 de marzo, los dos millones de habitantes de Caracas se habían quedado sin agua durante cuatro días. Ese fue el efecto que tuvo el corte de energía más largo ocurrido en Venezuela, el cual afectó a los 23 estados.

Murieron al menos 40 personas, muchas en los decadentes hospitales. Algunas de ellas eran bebés prematuros, a quienes las enfermeras a su cargo habían intentado salvar activando ventiladores de forma manual durante horas. Finalmente, la energía regresó a Caracas, pero cuando The Economist se envió a prensa, el apagón continuaba en algunas partes del país.

Nicolás Maduro, el dictador de Venezuela, lo atribuyó al sabotaje de los “imperialistas” que buscan derrocar a su gobierno. El 12 de marzo, en un mensaje televisado afirmó que el gobierno “endemoniado” de Estados Unidos había empleado ondas electromagnéticas de dispositivos móviles para inhabilitar el sistema de energía.

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El procurador general ha hecho un llamado para que la Suprema Corte investigue si Juan Guaidó, reconocido como presidente interino de Venezuela por la mayor parte de las democracias occidentales y latinoamericanas, participó en el sabotaje de la red eléctrica.

Estados Unidos encabeza una campaña internacional para destituir a Maduro, quien ha destrozado la democracia y destruido la economía. Quieren que Guaidó lo suceda. (La reelección de Maduro el año pasado estuvo amañada.

La Constitución dice que, en ausencia de un presidente legítimo, este puesto le corresponde al dirigente de la Asamblea Nacional, es decir, a Guaidó, mientras se celebran nuevas elecciones).

Sin embargo, no existen pruebas de que Estados Unidos apagara las luces de Venezuela. Tal vez la incompetencia y la corrupción fueron las causantes del apagón. Se cree que comenzó con un incendio de unos matorrales cercanos a una línea de transmisión de la planta hidroeléctrica Guri, la cual abastece de electricidad al 80 por ciento del país.

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Eso desactivó la línea y sobrecargó las otras dos que mandan energía desde la planta, lo cual provocó que esta también se dañara. El complejo proceso de volver a echar a andar el sistema no tuvo éxito, quizá por la falta de experiencia de los trabajadores.

Casi la mitad de los empleados experimentados del monopolio eléctrico estatal Corpolec, cuyo salario es solo de unos cuantos dólares al mes, ha emigrado, señaló Alí Briceño, secretario ejecutivo del sindicato de la industria eléctrica de Venezuela.

Según Maduro, excelentes hackers venezolanos y las fuerzas armadas repelieron a los supuestos saboteadores. Prometió que pronto se restablecería el suministro de agua potable y electricidad, pero aconsejó a la población comprar linternas y depósitos de agua.

Es un buen consejo. La economía de Venezuela, la cual se ha contraído un 50 por ciento desde que Maduro sucedió a Chávez en 2013, ahora se contraerá más rápido. En enero, Estados Unidos, el cual ha sido el principal comprador en efectivo de petróleo, el principal producto de exportación de Venezuela, impuso sanciones a PDVSA, la empresa petrolera del Estado. Están programadas medidas “muy importantes” para las instituciones financieras que apoyen al régimen, comentó Elliot Abrams, representante especial de Estados Unidos para Venezuela.

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El gobierno de India, un cliente alternativo para el petróleo venezolano, ha dicho, bajo presión de Estados Unidos, que les pedirá a los importadores que reduzcan sus compras.

El corte de energía empeora esta problemática. Cerró el puerto principal de los buques petroleros, por lo que se suspendieron las exportaciones.

Guaidó y sus defensores estadounidenses esperan que el caos económico obligue a un cambio de régimen. Sin embargo, el Ejército sigue apoyando a Maduro, al igual que Rusia y China. El gobierno ha remplazado parte del ingreso perdido de las ventas del petróleo con las ventas de oro, parte del cual está recién extraído.

Pocas personas acudieron el 12 de marzo a una protesta convocada por Guaidó. La desesperanza está minando la voluntad de resistir.

Mientras vadeaba por el Guaire en busca de agua limpia, Gladys Cisneros comentó que se siente como una víctima de un juego político que no entiende. ”No están dañando a Maduro”, se lamentó. “No están dañando a Guaidó. Me están perjudicando a mí”.