México, un país emprendedor pero poco innovador

Economía -
La innovación y el emprendimiento son procesos continuos y complementarios que comparten las mismas raíces. Foto: iStock
La innovación y el emprendimiento son procesos continuos y complementarios que comparten las mismas raíces. Foto: iStock

CIUDAD DE MÉXICO.- En una década, México ha más que duplicado su tasa de emprendimiento en etapa temprana, pero éste sigue sin contribuir al crecimiento.

La innovación y el emprendimiento son procesos continuos y complementarios que comparten las mismas raíces. Por un lado, la innovación es fuente de emprendimiento y, por otro lado, el emprendimiento permite que la innovación florezca. Así, la combinación de emprendimiento e innovación crea un círculo virtuoso que beneficia tanto al empresario como a su entorno socioeconómico.

Los agentes del ecosistema emprendedor nos fijamos especialmente en el emprendimiento innovador por su papel decisivo en el desarrollo económico y social. Sin embargo, los beneficios del emprendimiento son generados principalmente por un pequeño número de empresas innovadoras de alto crecimiento, ya que una gran mayoría de nuevas empresas solo experimentan un crecimiento moderado. Así, el emprendimiento innovador se deriva de la intersección de empresas innovadoras y empresas nuevas de alto crecimiento.

México, con oportunidad de impulsar el emprendimiento innovador

En cuanto a la capacidad para crear empresas innovadoras, el Informe de Competitividad Global (GCI, por sus siglas en inglés) elaborado por el Foro Económico Mundial, clasifica a los países en función de la etapa en que se encuentra su economía: impulsada por la innovación, impulsada por factores e impulsada por la eficiencia –aquí se ubica México—. Cada etapa implica un grado creciente de complejidad en la empresa, siendo la capacidad de producir productos y servicios innovadores en la frontera tecnológica global la fuente dominante de ventaja competitiva.

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Para un país impulsado por la eficiencia como México hay oportunidades para ganar competitividad en factores de innovación y sofisticación. A medida que las naciones avanzan hacia la fase impulsada por la innovación, pueden soportar salarios más altos y mejorar el nivel de vida si sus organizaciones son capaces de ofrecer productos y servicios nuevos o únicos en el mercado. En esta fase, las empresas deben producir bienes innovadores con la ayuda de procesos de producción sofisticados basados ​​en el conocimiento y la innovación.

En 2020, México ocupó el puesto 55 entre las 131 economías incluidas en el Índice de Innovación Global de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual, logrando puntajes por encima del promedio para el grupo de países de ingresos medianos altos en seis de los siete pilares del índice: capital humano e investigación, infraestructura, sofisticación del mercado, sofisticación empresarial, productos de conocimiento, y tecnología y productos creativos. Por el contrario, México obtiene un puntaje por debajo del promedio para su grupo de ingresos en un pilar: las instituciones. En comparación con otras economías de América Latina y el Caribe, México se desempeña por encima del promedio en los siete pilares del índice.

 

No se crean suficientes empresas de alto crecimiento

Respecto a las empresas nuevas de alto crecimiento, es compleja la relación entre emprendimiento y desarrollo económico. No toda la actividad empresarial contribuye de manera similar al desarrollo económico; la actividad empresarial de alto crecimiento es particularmente relevante, sobre todo para la generación de empleo.

Las empresas con trayectorias de alto crecimiento deben asociarse con emprendedores con aspiraciones a crecer. En este sentido, conocer las aspiraciones de crecimiento de las empresas recién fundadas es determinante para encontrar formas escalables de impulsar el emprendimiento innovador y el desarrollo económico.

En 2018, México ocupó el puesto 23 (de 54 economías) en el Índice Nacional de Contexto Emprendedor realizado por el Monitor Global de Emprendimiento (GEM, por sus siglas en inglés), en el que se observa que la creación de nuevas empresas en México ha experimentado un crecimiento constante después de la crisis económica global de 2008. Como resultado, México ha más que duplicado su tasa de emprendimiento en etapa temprana en comparación con 2010 y es más alta que el promedio de los países latinoamericanos.

Sin embargo, muy pocas empresas han logrado tasas de crecimiento elevadas o incluso moderadas. El último informe nacional muestra que solo el 13,3% de las empresas en actividad temprana esperan generar más de cinco puestos de trabajo en los próximos cinco años, y si tenemos en cuenta las que tienen altas aspiraciones de crecimiento, es decir, las que generan más de diez puestos de trabajo y experimentan un crecimiento de más del 50% en puestos de trabajo, solo el 4,6% de las empresas en etapa inicial y el 2,1% de las empresas establecidas lo esperan.

Los agentes del ecosistema emprendedor tenemos por delante la urgente tarea de sembrar en la población mexicana no solo el deseo de emprender, sino de hacerlo con una mentalidad orientada al crecimiento y a la innovación para que redunde en una mejor calidad de vida.

Por Pedro Carreón, director del MBA en EGADE Business School Guadalajara

 

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