Edgar Amador

Edgar Amador

18 Mar, 2024

Tesla desenchufada: cuando el pasado alcanza al futuro

La acción de la automotriz Tesla solía volar como un avión, al punto de convertir a su dueño, Elon Musk, en la persona más rica del mundo. Tesla era la compañía del futuro, pero en el presente, el pasado parece haberla alcanzado. Los viejos rivales de toda compañía están provocando que, en el cierre de la semana pasada, la acción de Tesla sea la peor del índice S&P 500: la competencia, la demanda, los bienes sustitutos, los arcaicos escollos de las grandes compañías, están demoliendo a la otrora voladora del mercado.

El problema de Tesla es de origen, vende un bien ya antiguo: el automóvil. Durante casi una década Elon Musk logró convencer al mercado de que su producto era novedad, eléctrico, sin piloto, inteligente. Pero, como sea que se le mire, el Tesla es un automóvil. Y ya. Lo que a principios del siglo XX fue una novedad tecnológica, dejó de serlo.

Es normal, históricamente los innovadores suelen gozar un breve periodo de ganancias extraordinarias por su invento, antes de que la competencia mejore el proceso, el producto y los costos. Así pasó con el auto, el acero, la computadora y el internet. Y seguirá ocurriendo, por ejemplo, en el caso de la inteligencia artificial. La competencia persigue las ganancias extraordinarias de los innovadores.

Pero otro factor está pesando sobre Tesla. Luego de la euforia y el entusiasmo por el auto eléctrico, los consumidores, más serenos, se percataron que la mejor solución es el auto híbrido, sector en donde la japonesa Toyota encabeza a la industria con una tecnología magistral, eficiente y económica. Hace una década, cuando Tesla irrumpe en el mercado con una solución viable y eficiente para el auto eléctrico, el resto de las automotrices fueron pescadas fuera de base. Por ejemplo, los fabricantes de los mejores autos comerciales del mundo, los alemanes, tardaron años en hacer autos eléctricos equiparables a Tesla. Tesla sacudió al mercado como nadie lo había hecho desde que Toyota innovó con su método de “inventarios cero” a finales de los años 70.

Y fue justamente Toyota la que, con paciencia y estrategia, está apaleando a Tesla en los últimos meses. Cuando el mundo automotriz trataba de producir eléctricos, Toyota decidió que no se uniría a la manada, y que seguiría apostando por su ingeniosa solución. Su motor híbrido, el cual carga una batería eléctrica con el movimiento del motor de gasolina, y en velocidades bajas se mueve con propulsión eléctrica.

El auto híbrido de Toyota no requiere conexión eléctrica, la cual es tardada y requiere una infraestructura específica. El Toyota es muy sencillo: es un auto casi normal con un rendimiento de gasolina espectacular. Y en cuanto a emisiones contaminantes en las ciudades es casi tan bueno como el eléctrico. Luego de años en que la moda fue el eléctrico, los consumidores se percatan de que no vale la pena pagar tanto por la solución Tesla, y que, para el uso cotidiano, el híbrido es una solución más barata.

La reacción de los mercados ha sido contundente. El precio de la acción de Tesla se ha hundido 57% por debajo de su nivel máximo, y en lo que va de este año se ha reducido 32%. No es que esté sufriendo, pero su accionista mayoritario, Elon Musk, ha dejado de ser el hombre más rico del mundo, y se encuentra ahora tercero en la lista, perdiendo en valor 4.5 mil millones de dólares en lo que va de 2024.

En los últimos cinco años la acción de Tesla ha volado un disparatado 800 por ciento, y en cierto momento su valor de mercado superaba al de todas sus rivales automotrices juntas. No sería raro que el precio se siga desinflando, hasta alcanzar un precio más razonable. Mientras que el precio de las acciones de Toyota ha remontado un sólido 28% en 2024, y casi 74% en los últimos doce meses. El mercado parece apoyar la perspectiva comentada en esta nota. Aunque los mercados suelen equivocarse. Como se equivocaron hace años inflando de más a Tesla.

Los precios en el mercado son una guía. Pero no la verdad. Tesla sigue siendo la reina del sector de vehículos eléctricos, y los compromisos ambientales de la mayoría de los países para reducir drásticamente el monto de emisiones de efecto invernadero eventualmente castigarán a los híbridos y premiarán a Tesla.

Pero lo cierto es que la empresa de Elon Musk ya no es la única jugadora. Chinos y alemanes están ya en la ruta, junto con los coreanos, y es cuestión de tiempo para que Tesla tenga que compartir el pastel que comió sola.

 

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