Edgar Amador

Edgar Amador

19 Feb, 2024

Wall Street, ¿en un baño de burbujas?


 

 

Si le piden a un economista que los ayude a evitar una burbuja financiera, la mayoría les dará un consejo que servirá muy poco: “sólo sabemos que es una burbuja hasta que revienta”. Es difícil decir que lo que estamos viendo estos días en múltiples rincones de Wall Street no sea una burbuja. Desde los chips de inteligencia artificial, hasta las megatecnológicas, pasando por al cacao y las criptomonedas. ¿Estamos en una locura especulativa que acabará mal? Sólo lo sabremos cuando reviente. Lo siento.

Uno de los ejemplos más escandalosos es el precio de la acción de la fabricante de chips para el procesamiento de la inteligencia artificial Nvidia. Su acción ha subido un impresionante 49% en lo que va de este año, luego de haber despegado un increíble 239% en 2023.

Para ser una compañía ya tan grande, el rally continuo en el precio de su acción la ha propulsado por encima de las colosales Amazon y Google medidas por su valor en el mercado, convirtiéndola en la tercera mayor empresa del mundo. La euforia por las acciones de Nvidia responde a la demanda furiosa por aquellas compañías relacionadas con la inteligencia artificial. Los inversionistas apuestan que esta tecnología transformará la economía y los negocios y que aquellas empresas, como Microsoft, que cuentan con divisiones enfocadas en su desarrollo e implementación, ganarán la próxima oleada de innovación y de ganancias.

La locura por la inteligencia artificial ha causado que el valor en bolsa de Nvidia supere al de todo el sector energético cotizado en Nueva York, el cual incluye a gigantes como Exxon Mobil, Chevron, ConocoPhillips, Halliburton y Occidental Petroleum y otras 17 compañías. Lo asombroso es que el sector energético genera casi ocho veces más ingreso que Nvidia.

Otro rincón en donde hay un olor y sabor a burbuja es el de las criptomonedas, esos activos estrafalarios que no producen nada, que no proporcionan ingresos, pero que han sido exitosamente vendidos como un equivalente digital del oro. La criptomoneda más famosa, bitcoin, trepó 106% el año pasado y en lo que va de éste ha remontado ya 22%, alimentado por la expectativa de bajas en las tasas de interés de referencia de la Fed. ¿Por qué algo que no da ingresos ni sirve para algo, sube como ha ocurrido? La explicación es forzada.

Los precios de algunas materias primas están volando también más allá de lo lógicamente explicable, levantando sospechas de que los especuladores están avivando las cotizaciones del fruto más allá de lo determinado por su oferta y la demanda. Los precios del cacao, por ejemplo, han subido casi 110% en el último año, empujados por malas condiciones climáticas en Costa de Marfil y Ghana, los dos principales productores mundiales. Los precios del jugo de naranja han volado 55% en los últimos dos meses, rebasando el desempeño de la mayoría de las acciones de Wall Street.

El desempeño de las siete mayores empresas de las bolsas, las llamadas siete magníficas (Microsoft, Apple, Nvidia, Amazon, Google, Facebook y Tesla), ha sido difícil de entender y de explicar: los últimos dos años las acciones de estas siete vedettes del mercado ha sido tal, que su valor combinado en bolsa representa casi 30% del total del mercado.

Las burbujas especulativas son un ingrediente inherente en los mercados financieros. La exuberancia de precios quizá tenga la función de entusiasmar a los inversionistas para que entren en las bolsas y éstas puedan así cumplir con su función de financiar la inversión de la economía. La ilusión de ganar mucho dinero en muy poco tiempo es un poderoso magneto para atraer a los ahorradores y que canalicen sus recursos al financiamiento del capital. Pero el problema de las burbujas es que revientan. Que aquellos que compraron al final, justo antes que truene la burbuja, acaban arruinados, perdiendo sus ahorros, miles de fortunas se destruyen, el canal de financiamiento se atrofia e interrumpe.

Mientras las burbujas se inflan surge una distorsión: la inversión se concentra en aquellas empresas protagonistas de la euforia, mientras que las empresas normales sufren una sequía de financiamiento, privándolas del capital necesario para su crecimiento y, cuando las burbujas estallan, estas empresas son presas del malestar general del mercado.

¿Estamos viendo un baño de burbujas en Wall Street?... lo sabremos solamente si, y cuando estalle.

 

 

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