Gonzalo Almeyda

Geopolítica 4.0

Gonzalo Almeyda

23 Jun, 2022

Crujidos en las cadenas globales de suministro

 


Una preocupación central de la gobernanza económica contemporánea, reflejada en los acuerdos económicos de nueva generación, es la “resiliencia” de las cadenas globales de suministro. Este concepto hace referencia a la capacidad de evitar, resistir y recuperarse de disrupciones en el suministro de insumos necesarios para la producción, ya sea mediante la modificación de estrategias, productos o tecnologías. La estrategia fundamental para disminuir el riesgo es, naturalmente, la diversificación.

Desde una perspectiva micro, corresponde a cada empresa preocuparse por la resiliencia de su cadena de suministro, anticipar potenciales fuentes de disrupción y desplegar estrategias para hacerles frente: trazar nuevas rutas, aumentar proveedores, acumular inventarios, etcétera.

Desde un punto de vista macro, la resiliencia de las cadenas globales de valor se convierte en una preocupación central de los gobiernos, incluso en asuntos de seguridad nacional, cuando implican el suministro de insumos necesarios para el bienestar o desarrollo de sus sociedades.

La pandemia produjo una disrupción masiva de los flujos comerciales y evidenció la concentración de muchas industrias sensibles, incluyendo notoriamente la farmacéutica y la producción de equipo de protección personal. Esto ha generado una nueva demanda y legitimidad para que los gobiernos tomen medidas para asegurar el acceso a insumos esenciales, sea mediante la producción en su propio territorio o promoviendo la reubicación de plantas en países cercanos y amigables (nearshoring).

La intuición básica detrás de la diversificación en las cadenas de suministro es disminuir el riesgo político, que ha dejado de ser un factor marginal para colocarse al centro de las decisiones de inversión. El escenario extremo consiste en imaginar la interrupción abrupta de todos los flujos comerciales con un país y proyectar sus efectos sobre las cadenas de suministro. El aislamiento impuesto a Rusia como consecuencia de la invasión a Ucrania mostró que la desvinculación acelerada por motivos políticos es un escenario factible.

El gigante en la habitación cuando se habla de concentración en las cadenas globales es evidentemente China, cuya participación en la producción manufacturera creció del 8% a principios de siglo, a cerca del 30% en 2019. Detrás de este crecimiento exponencial está el capitalismo de Estado y la política industrial de China, que supera por mucho a la de cualquier otro país del mundo y que los países occidentales denuncian con denuedo.

Paradójicamente, las herramientas habilitadas para hacer frente a esta competencia desleal se parecen mucho a las utilizadas por China, puesto que implican canalizar recursos públicos hacia sectores estratégicos prioritarios. También implican un ajuste de paradigma, de la primacía de la eficiencia económica, a la primacía de la competencia geopolítica.

Los esfuerzos por reconfigurar las cadenas globales de suministro generan oportunidades de escalamiento productivo para países en desarrollo. En los últimos dos años, por ejemplo, Estados Unidos ha destinado 500 millones de dólares de su banca de desarrollo para financiar una planta de celdas solares en India, 600 millones para impulsar la producción de vacunas en Sudáfrica y 600 millones para producir láseres, semiconductores, biotecnología y productos de energías renovables en Lituania. Hay ganancias en el río revuelto; necesitamos pescadores.

Profesor de Política y Relaciones Internacionales en el Tecnológico de Monterrey.

 

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