Gonzalo Almeyda

Geopolítica 4.0

Gonzalo Almeyda

15 Sep, 2022

La carrera por el 5G

Estados Unidos está perdiendo la carrera por el 5G. La velocidad del internet móvil 5G en el territorio americano apenas alcanza los 75 megabits por segundo, mientras que la de China (en los centros urbanos) es de 300 megabits por segundo y la de Corea —el país con el internet de mayor velocidad en el mundo— alcanza los 400.

Para finales de 2020, China ya contaba con 620 mil estaciones base para apoyar las capacidades avanzadas de 5G. Para 2025, habrá destinado más de 170 miles de millones de dólares para la construcción de su red 5G. China también cuenta con más usuarios de tecnología 5G que Estados Unidos, no sólo totales, sino per cápita.

 

La cobertura del 5G en China también es superior, pues, aunque Estados Unidos posea tecnología para sustentar velocidad y capacidad superiores, su red está más fragmentada (sólo está disponible en hotspots específicos, como estadios y otros lugares públicos de gran afluencia) y es intermitente en lo relativo a la velocidad, aunque no a la conexión. 

La superioridad china en este rubro específico de la carrera tecnológica está sustentada en los beneficios de la planeación centralizada y la voluntad política del régimen chino por posicionarse a la cabeza de una competencia que saben que es esencial para potenciar su encumbramiento como superpotencia, así como en una inversión de recursos sin parangón. No es casual que las empresas líderes en Occidente —Nokia, Ericsson— provengan de países nórdicos, con modelos de capitalismo coordinados.

Contrario a lo que sucede en la cadena global de los semiconductores, en materia de 5G, Estados Unidos ya no mantiene el control sobre eslabones críticos. Esto se debe, en buena medida, a la creciente autonomía de producción de tecnología desarrollada por China, la cual redunda en el rezago estadunidense y dificulta ralentizar el boom tecnológico de Pekín con medidas políticas, como los controles de exportación. De ahí que haya tenido que recurrir a otras estrategias en el terreno multilateral, por ejemplo, las presiones en el marco de la Alianza O-RAN para modificar de raíz las reglas del juego y excluir a los competidores chinos por default.

La Alianza O-RAN es un consorcio de las empresas líderes en la industria de telecomunicaciones fundado en 2018, cuyo objetivo es promover la cooperación tecnológica para hacer a los equipos electrónicos interoperables. Una iniciativa centrada en la innovación y la transparencia se ha visto obtaculizada en sus objetivos y sometida a presiones de los gobiernos occidentales para reconsiderar la cooperación con empresas chinas, líderes en el sector por derecho propio.

Amparados en preocupaciones de seguridad nacional insuficientemente respaldadas, Estados Unidos y su aliados anteponen sus intereses nacionales a la unidad y la eficiencia del ecosistema tecnológico global. Medidas como ésta precipitan la bifurcación del ecosistema al incentivar un tipo de competencia entre potencias productoras de tecnología en la que cada una privilegia su autosuficiencia sobre la cooperación para la innovación. Entre más se agudice la competencia geopolítica, más se profundizará esta tendencia. El splinternet parece estar a la vuelta de la esquina. 

               
               
El autor es profesor de Política y Relaciones Internacionales en el Tec de Monterrey.

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