Gonzalo Almeyda

Geopolítica 4.0

Gonzalo Almeyda

9 Jun, 2022

Tecnología y seguridad alimentaria en Las Américas

 

 

El oscuro panorama de la seguridad alimentaria global está generando un cisma en la política de aislamiento impuesta sobre Rusia a partir de su malhadada invasión. Ayer, el ministro Lavrov se reunió en Estambul con Erdogan para contemplar la posibilidad de establecer un corredor en el Mar Negro para permitir la exportación de alimentos rusos y ucranianos. En caso de resultar exitosa, esta reunión podría aliviar, aunque no del todo, la extrema volatilidad que ha sufrido el mercado mundial de alimentos.

La crisis ruso-ucraniana es un ejemplo de la politización de la seguridad alimentaria que, según expertos, aumentará en el futuro. Algunos de los elementos que contribuirán a la politización son: el cambio climático, la competencia tecnológica en el sector agrícola y las disrupciones futuras en las cadenas de suministro (a causa de conflictos bélicos o proteccionismo alimentario).

El cambio climático es la principal fuente de preocupaciones: en los últimos 40 años, aproximadamente el 33% de la tierra cultivable en el mundo ha dejado de serlo debido a la contaminación y la erosión de los suelos. La competencia entre países por recursos, como el agua dulce, ha ido en aumento. Un claro ejemplo de ello es la lucha palestino-israelí por lo que se ha denominado el “agua santa”. La agricultura demanda el 70% del agua dulce del mundo.

El arroz híbrido de Yuan Longping es un ejemplo de cómo la tecnología puede ayudar a alimentar a la población a pesar de las malas políticas alimentarias. El señor Yuan creció en la China comunista y vivió en carne propia la devastación que dejó la política de colectivización agrícola de Mao. Esta experiencia lo marcó para siempre, de modo que dedicó su vida a investigar el arroz. Después de años de investigación, creó un arroz resistente a las plagas, cuya producción maximiza las cosechas hasta 20% más que el arroz convencional.

Hoy, el mundo necesita una nueva revolución verde como la del señor Yuan, que movilice y capitalice las posibilidades de la cuarta revolución agrícola: la automatización, la nutrigenética, la trazabilidad y la ganadería de precisión, entre otras. Mientras el desarrollo y la inversión en tecnología agrícola continúe, hay espacio para el optimismo, pero es necesario movilizar los recursos y el capital político a nivel global para cosechar las promesas de la revolución 4.0 en el campo.

La crisis alimentaria se ha abierto paso en la agenda de la Cumbre de las Américas. Si bien no está definido como uno de los temas de la agenda oficial, la directora de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés), Samantha Power, aprovechó su participación para anunciar que Estados Unidos destinaría 331 millones de dólares para prevenir la inseguridad alimentaria en el continente. Otros jefes de Estado que llevan este tema como bandera principal para su participación en el encuentro son Pedro Castillo, de Perú, y Alberto Fernández, de Argentina.

En momentos difíciles para la seguridad alimentaria global, la tecnología y la diplomacia tienen un gran potencial para perseguir la empresa prioritaria de prevenir y combatir el hambre en el mundo. Es un tema nodal que merecería ser el foco de atención de las reuniones entre jefes de Estado en nuestro continente. América Latina tiene condiciones para producir alimentos seguros a gran escala, no sólo para satisfacer su propia demanda, sino para estabilizar los mercados internacionales. He ahí una meta común que vale la pena plantearse como hemisferio.

* El autor es profesor de política y relaciones internacionales en el Tec de Monterrey.

 

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