Guillermo Zamarripa

Guillermo Zamarripa

Guillermo Zamarripa

3 Jul, 2021

Futuro incierto de la economía global

Esta semana fue el centenario de la fundación del Partido Comunista de China. Las celebraciones y los mensajes dejan entrever un panorama complejo para las relaciones internacionales y para la economía global.

La evolución de China durante las últimas tres décadas ha sido sorprendente. Ha pasado de ser un país pobre a uno de ingreso medio, de ser una economía poco desarrollada a estar en la frontera tecnológica y de ser un país discreto en el ámbito internacional a ser protagonista.

En la parte económica, inicialmente se convirtió en la fábrica del mundo de manufacturas sencillas, como ropa y calzado. En una segunda etapa evolucionó a la manufactura de productos más sofisticados, como electrónicos. En la tercera etapa tienen marcas insignia en algunas industrias y están en la frontera del conocimiento en inteligencia artificial.

 

En la parte política han tomado acciones para ganar una posición de relevancia a nivel global y hoy están en una etapa en la que desafían algunos de los equilibrios del orden político global.

Los ejemplos más notorios son sus acciones en el Mar del Sur de China y Hong Kong. En el primer caso, con sus islas artificiales están apropiándose de territorio marítimo que no les corresponde ganando el control de una zona estratégica.

En el segundo caso, en verano de 2019 hubo protestas y manifestaciones en Hong Kong porque se oponían a una legislación para favorecer un mayor control político por parte de China. En 2021 está claro que China tiene el control total de Hong Kong. Hay mucha gente en la cárcel y ya no existe libertad de expresión.

Con estas acciones, el gobierno de China rompió con el compromiso inicial respecto de Hong Kong. Occidente buscó soluciones diplomáticas, pero no logró nada. El caso de la toma de control de Hong Kong deja la duda de qué sucederá con Taiwán.

El presidente Xi dio un mensaje claro: “A China no la van a bulear”. El mensaje interno es de un nacionalismo que se está radicalizando y, hacia afuera, que son el contrapeso de los Estados Unidos y no se van a dejar.

En un entorno complejo de confrontación la economía global va a sufrir. China necesita vender sus productos al mundo para poder seguir creciendo. Una respuesta a mayores tensiones puede limitar el comercio.

China sabe que hay grupos
de interés en Estados Unidos
que quieren tener buenas relaciones comerciales y a ellos les puede imponer restricciones al comercio. Un ejemplo es el sector agropecuario y otro es Apple, cuyos ingresos dependen en buena proporción de sus ventas en China. 

Es decir, no va a ser fácil limitar a China en lo económico. La alta integración hace que esto sea algo complejo y con muchas consecuencias no previstas.

En este entorno, empresas de Estados Unidos que tengan mucha dependencia de China van a tener un mayor riesgo político por posibles sanciones.

En la parte operativa, la ubicación de las cadenas de suministro puede modificarse buscando mayor certidumbre.

En conclusión, va a ser difícil lograr un equilibrio estable entre Estados Unidos y China. Sus diferencias en lo político van a tener consecuencias para la economía global. En este contexto, México puede ganar si es que se generan las condiciones adecuadas para la inversión y para que las cadenas de suministro funcionen.

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