José Yuste

Activo empresarial

José Yuste

11 Jul, 2022

“Las finanzas se controlan desde Los Pinos”; Echeverría y sus tres secretarios de Hacienda

 

 

Entre Luis Echeverría y el presidente López Obrador hay grandes diferencias en el manejo de la política económica. En primer lugar, la forma de ver el gasto. Más allá de cómo se gaste, López Obrador es proclive a la “austeridad republicana”. Echeverría lo era al “expansionismo para el desarrollo compartido”.

Luis Echeverría Álvarez, quien murió a los 100 años, el sábado pasado, trató de superar el desarrollo estabilizador (traía rencilla con Antonio Ortiz Mena). Creó su desarrollo compartido, y echó a andar la maquinita del dinero: el gasto expansivo como solución a todo. El resultado: mayor deuda, mayor inflación y el espantoso colofón de la devaluación, la de agosto de 1976, donde México renunciaba a la mítica cotización de 12.50 pesos por dólar, símbolo de logro del desarrollo estabilizador. Daba pie a una devaluación de más de 70%, para llegar a los 22 pesos por dólar. Fue el inicio de las devaluaciones sexenales.

Hay diferencias marcadas entre AMLO y Echeverría. Sin duda. Pero también existe una coincidencia: el centralismo en el manejo de la política hacendaria, que también llevó a ambos a tener a tres secretarios de Hacienda.

Luis Echeverría tuvo su diferencia marcada con su secretario de Hacienda de inicios de su sexenio (¿le recuerda lo sucedido entre AMLO y Carlos Urzúa?). En el caso de Echeverría con Margáin, todo fue por una reforma fiscal, donde Margáin veía la necesidad de tener mayores ingresos frente a tanto gasto. Es ahí cuando se le acuña a Echeverría la frase de: “Las finanzas se controlan desde Los Pinos”.

Se dijo que Hugo B. Margáin había tenido una caída del caballo, y se utilizó el clásico pretexto “renunció por razones de salud”. Margáin salió de Hacienda, dejando libre el campo a un ambicioso abogado: José López Portillo, quien tomaría las riendas hacendarias como catapulta hacia la Presidencia.

El tercero y último secretario de Hacienda de Echeverría sería Mario Ramón Beteta, quien tuvo que lidiar con uno de los más desastrosos finales de sexenio, el de 1976, con una deuda pública que había crecido de los 6 mil a 19 mil millones de dólares; con una inflación que subió por elevador de 4% a 27%; y lo peor: una devaluación que dejó en el olvido la cotización de 12.50 pesos por dólar, comenzando como si fuera una maldición con los fines de sexenio con devaluaciones.

Con AMLO también se han tenido tres secretarios de Hacienda, Carlos Urzúa, Arturo Herrera y ahora Rogelio Ramírez de la O, y si queremos encontrar alguna coincidencia… ¿Alguien duda que hoy en día las finanzas se controlan desde Los Pinos?

 

MOODY’S, EL DEDO EN LA LLAGA

Las finanzas públicas habían pasado los exámenes difíciles, de Fitch, y, sobre todo, de Standard & Poor’s, donde la calificación de mantener grado el de inversión, provenía de finanzas públicas sanas. Sin embargo, Moody’s puso el dedo en la llaga, y baja un peldaño el grado de inversión. La calificadora reconoce finanzas sanas, pero ve dos problemas estructurales: el apoyo a Pemex y CFE (barriles sin fondo) y quedarse sin colchones financieros (desaparecieron los fondos de estabilización, ¡vaya!, todos los guardaditos). Moody’s fue el maestro más estricto… y tiene razón.

 

 

 

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