José Yuste

Activo empresarial

José Yuste

18 Ago, 2020

¿Pobres, pero felices?

El presidente López Obrador le da la batuta a María Luisa Albores, su secretaria de Bienestar, para la elaboración de su índice de felicidad. Albores es la encargada de llevar a un grupo multidisciplinario de especialistas (también participaría el Coneval) con la idea de poder medir la felicidad en México, un indicador que, en la última década, ha sido usado por la ONU, la OCDE y que incluso Gallup lo empezó a medir en Estados Unidos.

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PIB, COMPLEMENTAR, SÍ; SUSTITUIR, IMPOSIBLE

El presidente López Obrador, y así lo ha dicho, buscará que ese indicador de felicidad sustituya al PIB nacional y al PIB per cápita, que hasta la fecha son los principales indicadores de avance económico en el mundo. El PIB mide la producción de bienes y generación de servicios en un año de la economía. El Producto Interno Bruto nos indica la productividad de una economía, pero algo muy importante: la riqueza que va produciendo la economía. Si no hay riqueza, no hay nada que redistribuir o distribuir mejor.

El presidente López Obrador ya se dio cuenta de que su sexenio corre el grave riesgo de ser un sexenio perdido en crecimiento. No han existido ni planes contracíclicos ni ha mejorado el ambiente para la inversión privada. El resultado: un crecimiento bajo, que con la crisis sanitaria y el confinamiento económico hacen muy poco probable que a lo largo del sexenio siquiera podamos regresar al tamaño que tenía la economía mexicana en el 2018.

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LOS PASOS DE BUTÁN, SARKOZY Y LA ONU

Y conste, México sí debe medir su bienestar social en distintos indicadores. Este tipo de indicadores de felicidad sí revisan lo que el PIB no puede medir, y no sólo hablamos de las mediciones sociales indispensables como alimentación, salud, educación, vivienda. Sino también del ambiente cultural, calidad en el tiempo de ocio, ambiente familiar, bienestar sicológico, nivel afectivo, entorno ambiental. Son famosos los casos del Reino de Bután o el indicador de Sarkozy, que les pidió a los economistas Joseph Stiglitz, Amartya Sen y Jean-Paul Fitoussi.

México ha salido bien evaluado en el último Reporte de Felicidad Mundial de Naciones Unidas, que fue de entre 2016 y 2018. Ahí tuvimos el lugar 23. En América Latina sólo Costa Rica estuvo por arriba de nuestro país, al situarse en el lugar 12. Es curioso que países con climas fríos y extremos, como Finlandia, Dinamarca, Noruega, Islandia y Países Bajos lideren el indicador de felicidad debido a su acceso a servicios sociales y al entorno natural.

López Obrador hará bien en medir la felicidad, pero en ningún momento ese indicador podrá sustituir al PIB nacional ni al PIB per cápita. El PIB sólo mide cuestiones cuantitativas, pero seguirá siendo el indicador indispensable para saber si la economía genera riqueza y, con ello, que se pueda redistribuir mejor. Quizá el Presidente quiera un indicador para saber si dentro de la austeridad se puede ser feliz. ¿Pobres, pero felices?

 

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