Luis Enrique Mercado

Perspectivas

Luis Enrique Mercado

30 Mar, 2020

Sin inversión privada no habrá reactivación

 

La recesión suave en la que entró la economía mexicana en 2019, con una caída del menos 0.1% del PIB se profundizará este año debido al COVID-19 hasta, cuando menos, un menos 5.0 por ciento.

Salir de esta enorme recesión exigirá de este gobierno un verdadero golpe de timón el cual, muchos dudamos, esté dispuesto a dar y que, en esencia, consiste en reactivar la inversión privada.

La economía cayó en recesión mucho antes de que apareciera el COVID-19, cuando la filosofía del nuevo gobierno se dedicó a golpear a la inversión de los particulares.

A la cancelación del NAIM se sumó el cambio de reglas para las empresas constructoras de los gasoductos, luego se canceló la tercera ronda para la compra de Certificados de Energía Limpia y las rondas para que la inversión privada entrara a la exploración y explotación de petróleo; enseguida cancelaron y cerraron la puerta a la inversión privada en proyectos carreteros, expidieron leyes para eliminar el dominio en bienes inmuebles y se apretaron las leyes para equiparar a delito acciones de negocios legales y, apenas hace unos días, se sometió a votación la inversión privada más grande que se había realizado en Baja California.

Gracias a toda esta filosofía de la 4T, la inversión privada, la cual representa el 80% de toda la inversión, se cayó 3.5% el año pasado, la realizada en construcción disminuyó 5.0% y la de maquinaria y equipo, 8.9 por ciento.

La inversión pública prácticamente desapareció, absorbida por tres proyectos presidenciales, Dos Bocas, Tren Maya y Santa Lucía, así como los programas sociales.

Está claro, a estas alturas del partido, que el gobierno no tiene margen de maniobra en sus finanzas. Con el desplome en los ingresos petroleros y tributarios poco se le puede exigir. ¿De dónde otorga estímulos fiscales? ¿De dónde aumenta la inversión pública en infraestructura?

Por eso, la única alternativa real es la de estimular la inversión privada como motor de la recuperación. Pero eso exige un cambio radical de pensamiento de este gobierno.

¿Habrá disposición para otorgar algunos grandes proyectos carreteros a la inversión privada? ¿O estarán dispuestos a reactivar las rondas petroleras y las subastas de energía limpia? ¿O habrá una especie de promesa para no cambiar las reglas y no expedir leyes contra los derechos de propiedad? ¿O darán marcha atrás y dejarán de abrazar al crimen organizado y lo combatirán en serio?

 Éstos son algunos de los sine qua non para que la economía mexicana frene la recesión y entre en fase de recuperación.

Si no se hace, el peligro es que entremos en una caída en espiral sin fondo visible, con una generación de pobres similar a la que vivimos en los 70, 80 y principios de los 90 y que no se detuvieron hasta que los gobiernos entendieron que la ortodoxia económica y la inversión privada nacional y extranjera son indispensables para que la economía empiece a crecer.

El 2.0% promedio anual de crecimiento de los últimos 30 años no fue una maravilla, pero fue crecimiento continuado, a fin de cuentas.

El crecimiento prometido por AMLO ya quedó sepultado por la realidad pero debemos, cuando menos , volver a crecer al 2.0 por ciento.

 Hasta el próximo lunes y mientras, no deje de seguirme en mi página de Facebook, Perspectivas de Luis Enrique Mercado; y en mi cuenta de Twitter: @jerezano52.

 

 

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