Ser "cerillo": Cuando eres niño y tienes obligaciones de adulto

Cuando fui empacador o "cerillo", fue la primera vez que trabajé en un establecimiento. Tenía un horario fijo, uniforme y responsabilidades que cumplir.
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Cuando fui empacador o
Cuando fui empacador o "cerillo", fue la primera vez que trabajé en un establecimiento. Tenía un horario fijo, uniforme y responsabilidades que cumplir. Foto: Cuartoscuro

CIUDAD DE MÉXICO.- Podría decir que esa fue mi entrada al mundo laboral, tenía 14 años y empecé a ganar dinero con las propinas que me daban por empacar víveres y todo tipo de productos en un supermercado. Era un empleo sencillo, eran pocas horas, pero también era un lugar donde no tenía prestaciones o un contrato. Así es trabajar de “cerillo”.

Fue la primera vez que trabajé en un establecimiento. Tenía un horario fijo, uniforme y responsabilidades que cumplir.

El proceso fue así: después de informarme y entregar una solicitud de empleo, unas semanas después me dijeron que me contratarían. Para ser empacador de un supermercado -al menos en aquel tiempo-, había que pasar por un curso, acudir a una oficina (Secretaría del Trabajo) acompañado de uno tus padres junto con otros futuros cerillitos donde te pedían básicamente dos cosas: que estudiaras y que tuvieras el permiso del tutor.

La edad permitida era exclusivamente de 14 a 16 años. El horario era de 4 horas al día, media hora de comida, 5 días a la semana. Por ley, un joven de esa edad no tendría que trabajar más tiempo, pero después supe que estaba permitido doblar turno, incluso, tomar los tres turnos que había en la jornada.

En ese momento no pensaba que si alguien permitía que un adolescente de 15 años trabajar 12 horas en un día podría ser un problema legal. Nadie obligaba a los empacadores a trabajar más allá de sus 4 horas, ellos pedían quedarse más tiempo, lo cual no estaba regulado, ni sancionado.

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Cuánto ganaba

En un día normal, es decir, de lunes a jueves, podía ganar entre 80 y 120 pesos, en cambio los fines de semana, cuando más gente está haciendo sus compras, me llevaba 200 pesos, por esas cuatro horas de meter miles de cosas a las bolsas de nylon lo más rápido que pudiera.

 

Qué aprendí

Tuve los errores de principiantes: comprar cosas que no necesitaba y gastar el dinero sin pensarlo. Hasta que decidí ahorrar.

Ahorrar: Fue la primera vez que puse en práctica el ahorro del 10 por ciento. Y funcionó, obviamente después de que me di cuenta que estaba malgastando lo que ganaba.

Necesidad: Yo estaba ahí para ganar dinero y comprarme cosas, no tenía necesidad de pedir que me dieran más horas de trabajo, tampoco me exigían dinero en mi casa; sin embargo, conocí personas que casi todo ese “sueldo” lo dedicaban a su familia, alguien le daba la mitad a su mamá, otro ayudaba a su hermano. Eran todavía niños con obligaciones de adultos.

Esfuerzo: Al inicio no le tomé mucha importancia a lo que estaba haciendo, pero al final de aquella temporada en aquel empleo como empacador, me esforzaba más porque mi trabajo fuera mejor, así como trato con los clientes y los compañeros. Entendí la importancia de hacer las cosas bien.

Por cierto, los cerillos son los dueños de los centavos en el mundo.

*erv

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