Macri: El peso argentino en números rojos

Se suponía que la elección de Mauricio Macri en 2015 iba a dar lugar a una nueva era en Argentina, un país con una reputación de tener suculentos cortes de carne, una rápida inflación e incumplimiento de sus deudas
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Macri: El peso argentino en números rojos. Foto: Pixabay
Macri: El peso argentino en números rojos. Foto: Pixabay

ARGENTINA.- Se suponía que la elección de Mauricio Macri en 2015 iba a dar lugar a una nueva era en Argentina, un país con una reputación de tener suculentos cortes de carne, una rápida inflación e incumplimiento de sus deudas.

Macri prometió controlar el aumento de los precios con una política monetaria estricta, un problema que Cristina Fernández de Kirchner, la anterior presidenta de Argentina, había intentado ofuscar publicando datos macroeconómicos dudosos e imponiendo controles sobre las emisiones de moneda. Macri abolió estas medidas, permitiendo que el peso flotara con libertad, y eliminó las cuotas y los aranceles a las exportaciones. Los inversionistas aplaudieron.

Después de resolver disputas añejas con los inversionistas de bonos, Argentina fue capaz de emitir deuda de nueva cuenta. En junio de 2017, Macri incluso emitió bonos a cien años con un valor de 2700 millones de dólares y un rendimiento del ocho por ciento. La transacción estuvo sobresuscrita casi cuatro veces.

La buena fortuna no duró. En 2017, cambios inesperados en blancos de inflación y una rápida emisión de obligaciones alarmó a los inversionistas. Estos recelos se multiplicaron hasta alcanzar una crisis de moneda el año pasado. Mientras caía el peso, el Banco Central aumentaba las tasas de interés a un 40 por ciento. Macri se vio obligado a buscar un préstamo de 57.000 millones de dólares del Fondo Monetario Internacional.

Para cumplir los términos del rescate, Macri ha reducido el gasto público y ha aumentado los precios de servicios, como el gas y la electricidad, y del transporte público. La crisis ha cobrado una gran factura en la economía. Argentina ha estado en recesión el último año; la inflación está sobre el 50 por ciento. La tasa de pobreza, de acuerdo con una medición de la Universidad Católica de Argentina, ha escalado del 27 por ciento en 2017 al 35 por ciento en la actualidad.

Las adversidades económicas no fueron del agrado de los votantes. “La última vez votamos por el presidente porque queríamos una vida mejor, en especial para nuestros hijos”, comentó Mercedes, una asistente de ventas en Buenos Aires. “Pero la vida es peor con él.

Trabajamos más para tener menos”. El 11 de agosto, demostraron su descontento en las elecciones primarias para la presidencia. La oposición, encabezada por un peronista veterano, Alberto Fernández, con la expresidenta Fernández de Kirchner (sin parentesco entre los dos) como su compañera de fórmula, obtuvo el 47 por ciento de los votos. La coalición de Macri ganó tan solo el 32 por ciento.

La reacción de los inversionistas fue veloz y cruel. El 12 de agosto, se apresuraron a deshacerse de los activos argentinos. Macri tal vez no haya sido una panacea para todos los males de Argentina, pero su administración de la economía era mucho más sobria que la de su predecesora, quien ahora da la impresión de que regresará como vicepresidenta.

El mercado bursátil de Argentina, el Merval, cayó un 37 por ciento. En un momento del día, el peso estuvo a la baja un 30 por ciento, antes de que el Banco Central interviniera y aumentara las tasas de interés a un 74 por ciento. De todas maneras, cerró un 15 por ciento a la baja. En términos del dólar, este colapso del mercado bursátil es la segunda caída más grande en un día que se haya registrado en cualquier parte del mundo desde al menos 1950.

Los bonos a cien años que fueron tan atractivos para los inversionistas cuando Macri los emitió ahora valen tan solo 54 centavos de dólar, lo cual implica un riesgo de incumplimiento del 57 por ciento.

Primero, el golpe a los precios de los activos fue grave, porque hay poca esperanza en que Macri pueda recuperarse. El 11 de agosto, en realidad nadie ganó ni perdió la presidencia: la votación fue una primaria en términos técnicos y los principales candidatos no tuvieron competencia en sus partidos. Sin embargo, debido a que todos los argentinos mayores de 16 años tienen la obligación legal de votar, funcionó como un ensayo general para las verdaderas elecciones, las cuales se celebrarán a finales de octubre. Si los Fernández ganan más del 45 por ciento de los votos otra vez en octubre, obtendrán la victoria en la primera ronda.

Segundo, los inversionistas tienen razones para temer a las políticas que podría implementar el par. A Cristina Fernández la precede una reputación de despilfarradora. Alberto Fernández advirtió en los últimos días de la campaña que se aproximaba la devaluación del peso. También prometió renegociar el préstamo de 57 mil millones de dólares con el FMI, y señaló que de hecho podía incumplir los bonos argentinos.

Después de la votación, Alberto Fernández intentó adoptar un tono más moderado. “Nunca fuimos locos gobernando”, declaró. Para reducir expectativas, uno de sus asesores señaló que, si gana Fernández, un peso débil “dificultará mucho más” el trabajo de ser presidente. No obstante, tal vez ya sea demasiado tarde. Cuando se publicó la revista The Economist, el peso había caído un 25 por ciento frente al dólar desde la elección.

Una moneda más débil aumentará los precios de los productos importados, lo cual provocará que la inflación se incremente aún más. También tiene consecuencias adversas para los bonos del país. Argentina ha incumplido su deuda soberana ocho veces desde su independencia en 1816, la más reciente en 2014 cuando Cristina Fernández tuvo un choque con los fondos de cobertura. En la actualidad, la deuda del gobierno en Argentina vale el 88 por ciento del producto interno bruto. Tres cuartas partes están valorizadas en divisas extranjeras.

Un peso en picada aumentará la carga de pagar la deuda. Los economistas de Bank of America ahora creen que hay una alta probabilidad de una reestructuración para el próximo año, y que el valor de recuperación de la deuda argentina podría ser tan baja como de un 40 por ciento.

¿Acaso el colapso de los mercados podría persuadir a los argentinos de cambiar de parecer para octubre? Es evidente que algunos votantes se arriesgaron a castigar a Macri en la votación primaria, y lo respaldarán en la importante.

Sin embargo, pocos piensan que sea suficiente. Eduardo D’Alessio, de D’Alessio/Berensztein, una encuestadora, señaló que se necesitaría de un “error obvio e inmenso” de parte de “los Fernández” antes de octubre para mantener a Macri en el puesto. Dentro de la delegación del presidente, los ánimos estaban plagados de fatalidad.

“Es una catástrofe”, comentó uno de sus asesores. “Es casi imposible recuperarse de esto”.

Macri ha prometido que no se rendirá. El 14 de agosto, les dijo a los votantes: “Entiendo su enojo”. Macri ha presentado un paquete de estímulos de 740 millones de dólares en recortes fiscales, congelación de precios y mayores pagos de beneficios.

Tal vez le sirva para recuperar algunos votos. Sin embargo, a quien sea que obtenga el cargo después de la votación de octubre se le acaba de complicar mucho más el panorama.

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