Opinión del experto

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27 Jun, 2020

Los grandes retos y oportunidades del T-MEC

Por Martín Rodríguez Sánchez

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Un largo proceso de modernización vivió el Tratado México-EU–Canadá, el cual entrará en vigor durante el periodo de recuperación económica que se intenta construir en la región tras la crisis sanitaria ocasionada por el coronavirus.

El Consejo Internacional de Empresarios (Coine) ha dado puntual seguimiento a las etapas de modernización de dicho tratado comercial, desarrollando esquemas de impulso para los sectores productivos, coadyuvando con modelos de negocio que permitan la integración de las cadenas de valor en los procesos macroeconómicos regionales y estableciendo vínculos con las contrapartes que cuenta en Asia y Centroamérica.

Debemos estar conscientes que en materia de políticas de comercio internacional, nuestros vecinos del norte (EU y Canadá) están muy por delante de México. Sin embargo, en nuestro país existen profesionales y especialistas para orientar a los sectores productivos y sacar los mayores beneficios que ofrece el T-MEC. La prueba más factible es que uno de los principales negociadores mexicanos fue propuesto recientemente para dirigir la Organización Mundial de Comercio (OMC).

Es deber de la iniciativa privada sumar fortalezas para que las empresas mexicanas despeguen con la entrada en vigor del T-MEC, sobre todo ahora que requieren de factores favorables para recuperar su inercia de crecimiento y desarrollo. Sectores como el agroindustrial o el de las pymes deberán aprovecharlo al máximo para visualizar verdaderos beneficios.

Es por ello que desde el Coine hemos estado fomentando la reconfiguración de modelos de negocio. Buscamos que las pymes generen sinergia entre ellas, al tiempo que sumen a nuevas cadenas de valor, las cuales no necesariamente deben apegarse a su core business principal.

De poco nos sirve tener un tratado vanguardista que incluya temas como propiedad intelectual, reglas de origen y solución de controversias, si continuamos en un rezago intelectual y operativo. Por esa razón hacemos un llamado para llevar a cabo un cambio de mentalidad, con la finalidad de acercar a los especialistas con empresarios y gobiernos, a manera de brindar acompañamiento que transforme los aspectos técnicos en acciones prácticas.

El cambio es una realidad; el covid-19 fue sólo un detonante, la necesidad existe desde hace años. Un TLCAN o un T-MEC no van a solucionar por sí mismos nuestra realidad económica, comercial y financiera. La solución radica en hacer un cambio de mentalidad, accionar diferente y visionar hacia escenarios que no se habían contemplado antes, por muy inviables que parezcan.

Hace un par de años tuvimos la oportunidad de conocer el Programa Nacional de Desarrollo Económico Honduras 20/20, del cual realizamos análisis de viabilidad para replicarlo en algunas regiones de México. En aquel entonces se hubiera pensado que era poco factible traerlo al país, no obstante, al día de hoy, tomando como base lo expuesto, se pueden retomar ciertos esquemas para replicarlos de manera alineada con los nuevos lineamientos del T-MEC.

Lo importante es generar una robusta estructura en los sectores de mayor fortaleza para México, con la consigna de proyectar competitividad hacía el exterior. De ahí que los capítulos laboral, energético y de comercio digital también adquieran un papel fundamental de cara al futuro.

El ámbito laboral es un rubro con grandes áreas de oportunidad, pero que aún tiene un largo camino por recorrer para acortar brechas. En tanto, como lo mencioné en mi columna pasada, el sector energético es la llave para la modernidad tecnológica, la cual, conjugada con elementos de cuidado al medio ambiente, nos acercará más al desarrollo de los países de primer mundo. Sólo el tiempo dirá si el T-MEC será nuestra gran herramienta para materializar oportunidades o quedará como un TLCAN 2.0.

 

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