Paul Lara

Cyberpunks

Paul Lara

8 Jul, 2019

El auge del tecnonacionalismo

El veto de EU a Huawei, sin pruebas de que su tecnología espía para el gobierno chino, ejemplifica el auge del tecnonacionalismo. La pregunta sería ¿en un mundo interconectado e impulsado por la tecnología, pueden las posturas proteccionistas sobre la innovación y las transferencias en todo el mundo funcionar? La respuesta es no.

Quizá el proteccionismo lleve a un retroceso de lo inevitable, pero sólo unos años, como sucederá con las redes de quinta generación (5G), en las que China tomará ventaja sobre otras naciones y una nueva internet surgirá para competirle a la que controlan EU y sus empresas.

La historia lo ha dejado claro: los fenómenos de la globalización no son reversibles. Un mundo unipolar o bipolar ya no existe gracias a la tecnología. Los nuevos desarrollos, como la Inteligencia Artificial, el 5G, o el blockchain, continuarán con la velocidad de hoy y sólo aumentará exponencialmente.

Aunque internet es una tecnología bastante nueva, ha cambiado el mundo hasta convertirse en un arma política. Es difícil imaginar un mundo sin estar conectados, por lo que las preguntas sobre el tecnonacionalismo siguen surgiendo.

Se necesita que los responsables de las políticas públicas entiendan más sobre la tecnología y que los tecnólogos comprendan más sobre las implicaciones en el lado de las políticas. Lo curioso es que algunos líderes creen en el globalismo y al mismo tiempo en el tecnonacionalismo, ahí está el problema.

La pregunta de si la tecnología nos conectará o dividirá crece constantemente en muchos rincones del planeta. El reto para responder va enfocado a los líderes en la globalización 4.0, sin embargo, desde mi punto de vista, todos estaremos conectados en unos años, pero la división, como ya ocurre en muchas partes del mundo, vendrá en la calidad del servicio y en lo que cada quien pueda pagar para tener mayor banda ancha y velocidad de conexión. Ésta es la nueva brecha digital y lo que impulsa parte del tecnonacionalismo.

EU argumenta que el bloqueo a Huawei fue por posibles “puertas traseras” en su tecnología e infraestructura en telecomunicaciones, aunque muchos gobiernos aseguran que deben operar bajo el supuesto de que todas las compañías del sector tienen potencialmente tales desarrollos.

Se debe definir la seguridad nacional sobre la base de estos hechos y aceptar que la tecnología ha llegado a todo el país y que el ciberespacio es actualmente el campo para crecer, hacer negocio, comunicarse y hasta hacer política. La llamada industria 4.0 ya está presente y la Inteligencia Artificial y las redes 5G serán de la empresa que tenga los mejores avances, por lo que hay que tener las estrategias necesarias para abordar este impacto.

Los chinos han permitido democratizar el uso de las nuevas tecnologías con precios más competitivos en sus productos y servicios y eso es lo que teme EU: perder el control de la innovación y de internet, si no es que ya lo perdió.

En algunas naciones con economías emergentes la pregunta es: si decidiéramos detenernos y bloquear a Huawei, ¿quién vendría a nuestro país? Otra compañía vendría, pero quizá a precios que nos harán comprar menos y hacer más con ello. Por tanto, la respuesta al tecnonacionalismo es tener buenas leyes y regulaciones y un buen acuerdo con las empresas chinas en cuanto a que, si están espiando, serán severamente multadas y acusadas en organismos internacionales.

China ha sentido el impacto del aumento del tecnonacionalismo con crecientes dificultades en los intercambios de personal y las importaciones de equipos de alto nivel en los últimos dos años, sin embargo, sus líderes empresariales saben que los altibajos actuales son temporales, no se preocupan y siguen trabajando, como sí le preocupa a países como EU, que no ven cómo alcanzar la velocidad de innovación de los asiáticos.

Hoy tenemos que renovar el énfasis a la colaboración en la que todos ganan, al tiempo que se respetan las preocupaciones de seguridad. La solución al tecnonacionalismo es tomar el control de la tecnología y usarla para servir a los mejores intereses de los seres humanos y de todos los países, no cerrar la puerta a la innovación sólo porque otros la han mejorado.

 

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