Paul Lara

Cyberpunks

Paul Lara

21 Mar, 2022

Google y la censura para acabar con el otro

 

Si usas en el motor de búsqueda de Google y pones “censura en internet por la guerra en Ucrania” encontrarás decenas de sitios que mencionan que Rusia lleva años censurando redes sociales, golpeando a empresas de comunicación estadunidenses o solicitando a estas compañías líderes en búsquedas en la red que borren contenido que consideran “pernicioso”.

Un informe de la empresa Statista, publicado el pasado 16 de marzo, inclusive analiza que, en los últimos años, el gobierno ruso ha incrementado sus intentos de censurar la página principal de internet, Google. Desde 2016, las solicitudes para eliminar contenido de la Búsqueda de Google, Google News, la tienda de aplicaciones de Google y YouTube, entre otros, se han disparado, alcanzando máximos en 2018, a causa de la implementación de leyes cibernéticas más estrictas, y que en 2020/2021, a raíz del envenenamiento del político opositor Alexéi Navalni por agentes del gobierno ruso, eso incrementó.

En la primera mitad de 2021, según el Google Transparency Reports, Rusia presentó cerca de 19 mil solicitudes para que se eliminen más de 200 mil elementos. Dependiendo de la legislación nacional, los gobiernos pueden dirigirse a Google con respecto a los elementos que desean eliminar de la web. Las razones pueden incluir infracciones de derechos de autor, difamación, fraude, incitación al odio o contenido considerado obsceno. Sin embargo, los delitos específicos que se incluyen en estas categorías varían según la legislación del país respectivo.

Una orden judicial es otra forma en que los gobiernos pueden acercarse a Google para solicitar que se elimine el contenido de la web. “La Autoridad de Información y Comunicaciones de Rusia ha estado presentando la gran mayoría de las solicitudes a Google desde el país, lo que demuestra la naturaleza organizada de los intentos de Rusia de eliminar contenido de internet. Más recientemente, Google atendió 96% de las solicitudes del organismo gubernamental ruso”, señala Statista.

Lo curioso es que en Google, como lo hacen la mayoría de las empresas estadunidenses en internet, deciden por ellos mismos qué tipo de contenido debemos leer, ver o escuchar. La semana pasada se dio a conocer que YouTube le declaraba la guerra a los propietarios de videos y canales que niegan la invasión rusa de Ucrania. La plataforma de video ha bloqueado los canales de los medios estatales rusos como RT y Sputnik en todo el mundo. Las políticas de la compañía “prohíben el contenido que niega, minimiza o trivializa eventos violentos bien documentados”, dijo YouTube el viernes por la noche.

“De acuerdo con esto, también estamos bloqueando los canales de YouTube asociados con los medios financiados por el Estado ruso en todo el mundo, con efecto inmediato”. Además, YouTube ahora eliminará el contenido sobre la invasión rusa a Ucrania “que viole esta política”. Esto incluiría negaciones de la invasión o afirmaciones de que se trataba de una misión de mantenimiento de la paz. Los videos sólo pueden contener discurso de odio si el contenido tiene un “carácter educativo” o cumple un “propósito documental, científico o artístico”.

Leía al periodista venezolano Franco Vielma, quien señalaba que los canales eliminados de YouTube tenían varios años, estaban en varios idiomas y tenían millones de seguidores. “Sólo el canal de RT en Español tenía más de 5 millones, era el canal de noticias con más seguidores en Latinoamérica. Las razones políticas y de contenido que llevaron a esto no se quedan en temas políticos. Hasta reportajes de turismo, ciencia, cultura, economía y sociedad se perdieron por miles. Borraron todo, absolutamente todo. Es injustificable”.

Como lo hemos visto a lo largo de los últimos años, las grandes empresas tecnológicas con su poder en un clic han tomado un lugar en la guerra apegados a sus intereses y a lo que les conviene informar en una guerra por el poder de la web. Y no estoy ni a favor de Rusia ni de Ucrania, sino de la sociedad afectada, de que todos tengamos la oportunidad de leer las diferentes posturas, no sólo lo que las empresas en la red, que no son empresas periodísticas, quieren imponer bajo una bandera “de estar contra la desinformación”.

 

 

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