Paul Lara

Cyberpunks

Paul Lara

17 Abr, 2023

La maldita economía de la atención

Por las calles de cualquier país, en las tiendas, los restaurantes, mientras caminan por las calles, la gente está siendo absorbida por sus teléfonos o tablets. Las pequeñas pantallas son los nuevos dioses en sus vidas.

¿Qué están haciendo, qué ven? La respuesta podría sorprenderle. Muchos ni siquiera saben realmente qué hacen cuando miran el celular.

Los smartphones han cambiado la manera en que usamos nuestro tiempo libre. Tenemos una batalla casi personal con nuestro teléfono. Limitamos el número de horas que lo usamos, le quitamos el sonido, reducimos el brillo de la pantalla... Pero el smartphone parece tener un poder casi hipnótico sobre nosotros.

La explosión de las redes sociales ha hecho posible que sepamos en tiempo real lo que hace la gente en cada momento. Por eso el FOMO (miedo a perderse algo, del inglés  fear of missing out) es el trastorno “de moda”, que nos atormenta porque  constantemente nos estemos perdiendo de algo interesante.

En un reciente estudio publicado en la revista Motivation and Emotion, varios científicos analizaron la base psicológica y social del FOMO. Y concluyeron que los rasgos de la personalidad como el neuroticismo o la extroversión no tienen nada que ver con la adicción a los smartphones. La verdadera causa que hace los celulares tan irresistibles es la economía de la atención.

El abogado estadunidense Tim Wu, especialista en la neutralidad de internet y autor de The Attention Merchants: The Epic Scramble to Get Inside Our Heads (Los comerciantes de la atención, la lucha épica por entrar en nuestras cabezas, 2016), entrevistado por la BBC, observó este fenómeno cuando trabajaba en Silicon Valley.

Algunas firmas tecnológicas estaban desesperadas por un nuevo modelo de negocio, y se dieron cuenta de que tenían que captar la atención de la gente. Fue un gran cambio en la historia del capitalismo cuando algunas de las más importantes se decantaron por ese modelo.

“Todo iba a ser gratis. Había llegado un nuevo tipo de economía”, dijo Wu a la BBC.

James Williams trabajó durante más de diez años en Google, pero dejó la compañía para investigar cómo la tecnología capta nuestros sentidos y cuáles son las implicaciones morales y políticas de la economía de la atención.

Williams trabaja en el departamento de Ciencias de la Computación de la Universidad de Oxford, Inglaterra, y es el fundador de Time Well Spent (tiempo bien usado), una organización sin ánimo de lucro que buscar revertir la “crisis de atención digital” causada por las empresas tecnológicas.

Muchas compañías se percataron de que existía ese recurso natural a su alrededor: la atención de la gente; si les das cosas gratis, puedes captar su atención y después vender más.

Eso se convirtió en el modelo de negocio por defecto de las empresas en Silicon Valley. Lo importante es maximizar el número de clics y el tiempo de engagement (la interacción de los usuarios).

Pero a nadie le importa mucho el tiempo que pasa usando una aplicación o en una página web, o los clics que genera. Hay un gran desajuste entre los objetivos de esa economía de la atención emergente y los objetivos que se tienen como humanos son la ganancia.

Muchas aplicaciones y páginas web se crearon siguiendo los principios de la economía de la atención. Sus creadores sabían muy bien lo que estaban haciendo y por qué.

Las empresas piensan en cómo pueden consumir la mayor parte de tu tiempo y captar la atención en la medida de lo posible. Eso significa dar un poco de dopamina de vez en cuando porque alguien hizo clic en “Me gusta” o comentó en una foto que publicaste. Es el tipo de cosa que a un hacker se le ocurriría. Explotan una vulnerabilidad de la psicología humana.

Hoy en día, todo consiste en hacer que la gente quiera cosas y en lidiar con el hecho de que tenemos una capacidad de atención limitada. Quien se adentre en la mente de la gente gana... y los demás pierden. Y cuanto más saben las apps sobre nosotros, mejor pueden captar nuestra atención y más dinero hacen. Imaginen lo que se puede hacer con la Inteligencia Artificial en la Economía de la Atención, y los riesgos que ello conlleva.

Hay que ser cuidadosos en qué centran su atención y desarrollar mejores hábitos para tener más control sobre su vida, más autonomía.

 

 

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