Paul Lara

Cyberpunks

Paul Lara

8 Ago, 2022

Más problemas para el suministro de chips

A finales de 2020 estalló uno de los problemas que más han afectado a diversas industrias en el mundo: la escasez y alta demanda de semiconductores o chips, que estacionaron fuerte al sector automotriz y desconectó a otros, como el de electrónicos. A pesar de que ha habido una leve recuperación en su fabricación y distribución, la visita de Nancy Pelosi a Taiwán se va a convertir en otro freno a este tema. 

 La reciente visita de la presidenta de la Cámara de Representantes estadunidense provocó, a finales de la semana pasada, una caída importante en las acciones de las principales empresas del mayor fabricante de semiconductores en el mundo, como Taiwan Semiconductor Manufacturing (TSMC) y United Microelectronics. 

Estados Unidos, que ha intensificado la producción de chips en sus terrenos de la mano de empresas como Intel, Qualcomm, Microsoft, AMD y otras que están invirtiendo en la creación de fábricas, busca aliarse con Taiwán bajo la Ley de Chips recién aprobada por el congreso en Washington, pero su viaje fue visto como un desafío a China, que considera a la isla como parte de su territorio y podría aplicar represalias que provoquen mayores alteraciones en la cadena de suministro mundial. 

 Sólo como ejemplo del inicio de lo que será un freno más a la recuperación del sector de semiconductores, China suspendió hace unos días las exportaciones de arena a Taiwán y bloqueó importaciones de algunas frutas y pescado. 

 La crisis de los chips fue originada por la pandemia por covid-19 y se agudizó a finales de 2021 ante los confinamientos de China para erradicar los contagios. Si a ello le sumamos la demanda de equipos electrónicos ante el home office y el home schooling, industrias como la automotriz y otras fueron relegadas en cuanto a entregas de producto. 

Datos de Goldman Sachs mostraron que las afectaciones por la falta de semiconductores alcanzaron a 169 industrias en alguna medida, desde cementeras hasta muebleras, pero una de las más presionadas es la automotriz, que destina 4.7% de su PIB a microchips y otros productos semejantes. 

La consultora IHS Markit, por su parte, estimó que la falta de semiconductores redujo la producción de autos hasta en 7.1 millones de unidades en 2021 y estimó que el abasto comenzaría a normalizarse hacia el segundo trimestre de 2022, algo que no ha sucedido y que se estaría complicando por la visita de Pelosi a Taiwán. 

La Industria Nacional de Autopartes (INA) en México, por su parte, estimó que la región de Norteamérica, a la que pertenece nuestro país, fue la más afectada por la escasez de chips, ya que provocó que se dejaran de fabricar dos millones 472 mil 38 autos. 

 La escasez se refleja en los inventarios de unidades vehiculares limitados en diversas agencias y ha condicionado la venta de vehículos en México desde el año pasado. 

En Estados Unidos, las compañías de semiconductores invertirán 22 mil millones de dólares entre 2021 y 2023 para ampliar su capacidad de producción. 

 Al igual que Estados Unidos, gobiernos de diversos países comenzaron a incrementar las inversiones en esta tecnología para protegerse contra otras interrupciones en la cadena de suministro, la cual se va a alargar por los conflictos políticos entre China y EU. 

 Como se los mencionaba más arriba, Estados Unidos aprobó un subsidio de 52 mil millones de dólares con su Ley de Chips para atraer inversiones en fábricas, mientras la Unión Europea planea avalar una ley similar para crecer su participación en la manufactura de chips, y Japón cubrirá parte de los costos para la construcción de una planta conjunta de TSMC y Sony. 

 Sin embargo, el problema aún tardará en resolverse por completo. De acuerdo con el Foro Económico Mundial, esto se debe parcialmente a lo compleja que es la fabricación de chips, y que los esfuerzos de empresas como Intel, Qualcomm y Microsoft para comenzar a operar fábricas de la primera en Arizona y Ohio podrían ver frutos hasta finales de 2023 o inicios de 2024. 

En la industria, los plazos de entrega usuales pueden ser mayores a cuatro meses para productos bien establecidos en una línea de fabricación, si se pretende incrementar la capacidad moviendo el producto a una nueva instalación se agregan otros seis meses y cambiar de fabricante implica una demora de hasta un año en el proceso. 

Si a ello le sumamos que China podría retrasar bastante la entrega de semiconductores a través de sus puertos como represalia comercial contra EU por la visita de Pelosi, el problema podría extenderse para Occidente hasta el segundo semestre de 2023, si bien nos va. 

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