Paul Lara

Cyberpunks

Paul Lara

24 Abr, 2023

¿Qué ha cambiado en China?

SHANGHÁI.– A lo largo de una semana, en la que he viajado por varias ciudades de China, como Shenzhen, Dongguan, Canton, Hangzhou, Suzhou y la ciudad que lleva la firma de esta columna, he podido observar los principales cambios sociales, tecnológicos y económicos de esta nación en cuatro años. No había venido a este país desde finales de 2019, previo a la pandemia, y estoy totalmente sorprendido de los avances que se aceleraron desde el primer reporte de covid-19 en Wuhan.

Déjenme contarles rápidamente, como breve contexto, la evolución china de mi generación y la de un gran amigo. En este viaje he estado acompañado de Xin (Héctor) Liu, quien trabaja para Huawei y, aunque es casi 10 años menor que yo, tenemos mucho en común y se ha convertido rápidamente en un buen guía y confidente histórico. Es importante señalar estas coincidencias porque así entenderán la evolución rápida de este país y lo triste que es compararnos con ellos. Allá, a finales de los años ochenta, Liu y su familia comenzaban a experimentar los resultados de la política china de Reforma y Apertura, cuando el gobierno decide que es momento de abrir su economía al mundo, crear zonas especiales de impulso a las principales provincias de esta nación, y entrar años después a la OMC. Liu tuvo acceso a su primera computadora a los 11 años, similar a mi caso. Ambos provenimos de familias que nos sacaron adelante con esfuerzo y trabajo, y tenemos muy arraigado el seguir ese modelo con sus evoluciones socioculturales. Hemos visto carencias y avances, y eso nos ha formado.

Desde finales de los años setenta y principios de los ochenta, cuando este país decide entrar a un modelo menos socialista y adoptar para su crecimiento lo que llaman economía de mercado con característica china, abriendo sus fronteras, dejando de creer que sólo el gobierno tenía el poder económico y que el ser rico por parte de los empresarios es malo, empezando la transferencia tecnológica para pasar de ser maquiladores a creadores, todo cambió.

México a principio de los años ochenta se lamía los bigotes con el famoso boom petrolero para sólo administrar la abundancia, política que fracasó y lleno únicamente los bolsillos de unos cuantos corruptos en el poder. El que Estados Unidos estuviera de acuerdo con que China entrara a la Organización Mundial de Turismo en 2001 fue la cereza del pastel que catapultó los planes de esa política de Reforma y Apertura.

Liu me cuenta que en su niñez tenían que pasar los inviernos comiendo sólo repollo chino y papas, en nuestros tiempos difíciles la papa, tortilla y frijol nos llenaban la panza. Sin embargo, China ha dejado atrás estos problemas de alimentación, y es muy fácil verlo desde mi primera visita a esta nación, en 2015, a la fecha. En México, las actuales políticas nos han retrocedido más de una década, mientras que en China en los últimos cuatro años que no había venido, se han acelerado 10 años. Ver los niveles de infraestructura que se refleja en aeropuertos, líneas de tren, autopistas, fábricas, más de 10 nuevas empresas que crean autos eléctricos, carreteras inteligentes, aceleración de negocios y transformación digital con IA, gente con mejor nivel de vida, oportunidades de crecer, más allá de lo que se cree que pasa en esta nación, es envidiable. Es frustrante ver que, de los años ochenta a la fecha, esta nación es la que se perfila a ser la economía más fuerte del mundo. ¿Qué le pasó a México? ¿Por qué si iniciamos nuestra propia era de Reforma y Apertura en los noventa seguimos en deterioro? ¿Por qué muchos en el país, más de la mitad, tiene que seguir comiendo tortilla, frijol y papa para seguir subsistiendo? ¿Qué seguimos haciendo mal? La respuesta es sencilla, pero se lo dejo a su criterio. La pandemia, como en la mayoría de los países, detonó cambios, se aprendió, se flexibilizó el trabajo, la vida, pero en esta nación se protege más a la gente y son más duros en sus políticas de control para los visitantes, lo cual no me parece mal. Más allá de esa invasión a la privacidad, como lo sentía en 2019 con todas las cámaras en las calles apuntando a mi rostro, hoy ya se ven menos.

A pesar de que se acusa que China es un controlador de la vida, que si el contrato social, que si no tienes puntos no compras casa, no viajas, no tienes oportunidades, la mayoría de esto es falso. ¿Hay control en algunos aspectos? Claro, ¿pero qué país no lo tiene y lo disfraza de democracia y libertad de expresión y te clava un puñal por la espalda con el nombre de Pegasus? ¿Cuántas veces el gobierno busca regular lo que no entiende, como el caso de las aplicaciones de delivery, y frena los avances sociales y económicos? Por las calles de China no se ve a homeless, me dicen que sí hay en algunas provincias, pero que gracias a un teléfono y conectividad a internet, muchos pueden emplearse de repartidores o hasta ser influencers y ganarse la vida. Y no estoy defendiendo a una nación que tiene muchos defectos y aciertos, como cualquier otra, pero de verdad que cómo duele ver lo que ha pasado en cuatro años de no visitarla y compararla con mi México querido.

Llevo una semana en China, pero parece que son diez años en el futuro si lo comparo en avances tecnológicos, sociales y económicos con muchas otras naciones del mundo.

 

 

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