Paul Lara

Cyberpunks

Paul Lara

5 Dic, 2022

Regular contra innovar

 

 

Cuando el ritmo de la innovación tecnológica hace que la cabeza les dé vueltas a las autoridades, entonces la velocidad a la que se mueven la legislación y la regulación puede parecer un problema.

La legislación en el campo de la tecnología se esfuerza por seguir el ritmo de las innovaciones que se avecinan, lo que es muy complicado en estos tiempos. Dada la naturaleza internacional de los avances, los líderes políticos están reconociendo con mayor claridad que una regulación local fragmentada limita el acceso de todas las empresas modernas a un inmenso grupo de clientes y las oportunidades asociadas para la reducción de costos y la innovación. Al mismo tiempo, los gobiernos nacionales están sometidos a una presión extrema por parte de los “tradicionales” del mercado fuertemente regulados para nivelar el campo de juego. El debate actual en México sobre la definición misma de Uber y Airbnb (empresa de tecnología de transporte u hotelera, en cada caso) es un dilema que, de no resolverse, causará un impacto económico y social.

A medida que la tecnología no tiene respeto por las fronteras nacionales y un apetito voraz por recopilar y compartir datos se convierte en la norma, esta tensión entre innovación y regulación se manifestará cada vez con mayor frecuencia en los tribunales y salas de juntas de todo el mundo.

El crecimiento y evolución del Internet de las cosas (IoT) ha conllevado a que más y más aspectos de nuestras vidas estén vinculados y se podrán buscar a través de dispositivos que recopilan y comparten datos de manera rutinaria. Los beneficios potenciales para el individuo, las empresas y la sociedad son enormes. Pero con miles de millones de dispositivos conectados entre sí, el tema de la seguridad y la privacidad es un aspecto candente que no muestra signos de disminuir: el potencial de la tecnología para facilitar el crimen, como la actividad terrorista, el narcotráfico o los ataques cibernéticos, es una gran preocupación de los que hacen políticas públicas en todo el mundo.

El desafío para las organizaciones comerciales es si tienen la intención de influir en el debate a medida que se formulan estas políticas.

Como les comentaba alguna ocasión en este espacio, las severas regulaciones en Europa y la presión de las grandes empresas ha conllevado a que haya menos emprendedores en esta parte del mundo y que muchos usuarios, por ejemplo, de las aplicaciones se vayan quedando sin servicios que hoy son básicos en otras partes del mundo.

Un informe publicado por la Oficina Nacional de Investigación Económica de la Unión Europea intenta calcular los efectos para el consumidor del Reglamento General de Protección de Datos (GDPR), una ley de privacidad de gran alcance que obliga a los sitios, plataformas y apps telefónicas en línea a ser muy cuidadosas en la aceptación de los usuarios para recopilar y compartir sus datos. Las regulaciones han causado enormes dolores de cabeza a los medios de comunicación, los proveedores en línea, los fabricantes de aplicaciones y, en realidad, a cualquiera que intente brindar algún tipo de servicio al consumidor en la red.

Los costos de cumplimiento son altos y las multas por no hacerlo son significativas: hasta abril de 2022, los reguladores de la UE han impuesto más de mil 700 millones de dólares a los infractores.

Los críticos de esta regulación advirtieron que sofocaría la innovación y afianzaría el dominio de las empresas grandes de la industria tecnológica, que podrían pagar los costos de cumplimiento y, por tanto, estarían menos amenazadas por posibles advenedizos que vendrían de sus clientes. Eso es lo que está sucediendo en Europa y que debe evitarse en América. Se debe encontrar un buen equilibrio.

Lo cierto es que la calidad de un producto es impredecible (como una aplicación tecnológica desconocida o que aún no existe), la facilidad de entrada en un mercado es importante para ayudar a determinar su valor para los consumidores. Cuando las barreras regulatorias como la GDPR aumentan los costos de entrada, entonces puede haber “pérdidas sustanciales de bienestar (del consumidor)” en forma de productos y servicios muertos que podríamos querer o necesitar, pero nunca ver.

Sé que hablar de regulación contra innovación es complicado, pero lo cierto es que sobrerregular un mercado, como el tecnológico, afectará a la economía y a la sociedad. Se deben de sentar todas las partes involucradas para poder encontrar políticas que no frenen la innovación, que no afecten el mercado y, principalmente, que beneficien a los consumidores.

 

 

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