Paul Lara

Cyberpunks

Paul Lara

8 Feb, 2021

Regular las redes sociales

México, al igual que varios países en el mundo, están en un proceso de discusión sobre regular las redes sociales. Yo diría que se debería crear un marco general para regular internet, buscando siempre respetar su objetivo de libertad de expresión, comunicación, que no se impida el desarrollo de nuevas empresas y que no sea una amenaza para la democracia digital. Sin embargo, regular las redes sociales es un buen comienzo.

La idea, han propuesto varios especialistas para arrancar una regulación, es que las redes sociales divulguen detalles de sus algoritmos y funciones básicas a investigadores de confianza para que la tecnología sea examinada. No se trata de que los gobiernos controlen lo que se puede decir, al igual que las empresas, sino de evitar la propagación desenfrenada de desinformación.

El gobierno mexicano debería consultar el Informe publicado por el Foro para la Información y Democracia que se estableció para hacer recomendaciones no vinculantes a 38 países en la regulación de redes sociales. Una de las recomendaciones principales es la creación de un “código de construcción legal” que describa los requisitos obligatorios de seguridad y calidad para las plataformas digitales. Se debe exigir a las redes sociales que sopesen todos los daños potenciales que podrían causar sus decisiones de diseño e ingeniería.

El informe también sugiere que firmas como Twitter y Facebook deberían mostrar una corrección a cada persona que estuvo expuesta a información errónea, si los verificadores independientes identifican una historia falsa. Además, implementar “disyuntores” para que el contenido viral nuevo se detenga temporalmente y no se propague mientras se verifican los hechos.

Que se obligue a las redes sociales a revelar en el servicio de noticias por qué se ha recomendado contenido a un usuario, que se limite el uso de mensajes publicitarios de microfocalización, que se haga ilegal la exclusión de personas del contenido por motivos de raza o religión, como ocultar un anuncio de habitación libre a personas de color. Además, que se prohíba el uso de los llamados patrones oscuros: interfaces de usuario diseñadas para confundir o frustrar al usuario, como dificultar la eliminación de su cuenta. En el informe también se incluyeron propuestas que Facebook, Twitter y YouTube ya hacen de forma voluntaria, como etiquetar las cuentas de las organizaciones de noticias controladas por el Estado y limitar la cantidad de veces que se pueden reenviar mensajes a grupos grandes, como en WhatsApp.

Hay que recordar que siempre que se propone una regulación de las redes sociales existe la preocupación de sofocar la libertad de expresión. En la mayoría de las democracias occidentales se tiene libertad de expresión, pero no hay que confundirnos. Todo tiene que estar dentro de los límites del discurso de odio, la ley de difamación, etc. No se tiene derecho a que la tecnología amplifique una voz artificialmente.

Twitter, Facebook, Instagram, todas la redes y plataformas digitales no son entornos neutrales. Los algoritmos toman decisiones sobre lo que las personas ven o no ven. Nada de lo que se propone restringe la capacidad para decir lo que uno quiere, pero sí estamos hablando de la función de la plataforma de amplificar artificialmente información falsa y manipuladora a gran escala. Por eso se propone una regulación.

Otro factor es, ¿quién define lo que se considera desinformación? Las instituciones democráticas y el discurso público se sustentan en la suposición de que al menos podemos estar de acuerdo en cosas que son verdaderas. Nuestros debates pueden ser sobre cómo respondemos o qué valores aplicamos a un problema, pero al menos tenemos un entendimiento común de que hay ciertas cosas que son manifiestamente ciertas.

Si asumiéramos la premisa de que las personas deberían tener el derecho legítimo a ser manipuladas y engañadas, no tendríamos reglas sobre el fraude o la influencia indebida. Hay daños muy tangibles que provienen de manipular a las personas. ¿Tienes derecho a creer lo que quieres? Sí, por supuesto. Nadie que yo sepa está proponiendo ningún tipo de regulación mental. Pero tenemos que centrarnos en la responsabilidad de una plataforma. Facebook, Twitter y YouTube crean algoritmos que promueven y resaltan información. Esa es una decisión de ingeniería activa que debe regularse.

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