Dos pasos para adelante, tres para atrás

A los miembros de la Generación X en adelante nos tocó ser hijos de las crisis: herederos de las crisis económicas sexenales, las crisis de inseguridad, los vaivenes entre el nacionalismo y liberalismo, de la corrupción y violencia política y, de la cerrazón política a un absoluto Montessori de partidos sin rumbo. Nuestros padres y madres sufrieron los peores estragos de estas dificultades para luego reinventarse una y otra vez. A nosotros nos quedó la desconfianza en el sistema, la búsqueda de alternativas y el descontento. Crecimos con el trauma de un país de inestabilidad.

El sistema político se destensó con la llegada de nuevos jugadores, pero no acabó de aplacar los males. Así llegamos a un momento en donde un líder mesiánico, con promesas y soluciones fáciles a problemas ancestrales, tomó el poder aprovechando la inercia irresuelta de descontento y desbalance sistémico. Con su llegada al poder, el electorado pensó que todo ello se podía superar; su oferta de recuperar una idiosincrática grandeza plasmada en las pinturas de José Clemente Orozco —nuestro Make Mexico Great Again— era demasiado tentadora. López Obrador dio en el clavo ante el electorado con un discurso fácil de digerir en un momento álgido de descontento. Su triunfo fue más una reacción que una elección; más un castigo a “los anteriores” que una de convencimiento activo de sus propuestas.

El resultado es ahora visible. Sin una base ideológica o política sólida más que la búsqueda del poder a través de una alianza que incluyó a la izquierda estatista, los nacionalistas económicos, los oportunistas políticos e incluso la derecha evangélica, el único factor unificador del gobierno es la cultura autocrática y gobierno personalísimo de López Obrador. El desastre está a la vista en rubros como la pandemia de covid-19 desenfrenada, la inseguridad irresuelta, una crisis económica sin precedentes e improvisación gubernamentales. Las ocurrencias políticas están a la orden del día.

Es así como llegamos a un gobierno que ha tenido que recurrir a las contranarrativas con base en datos selectivos sacados de contexto (cherry picking), falsedades y engaños. Las promesas incluyen dos millones de empleos para el 2020 en plena pandemia, el “ya aplanamos la curva”, “vamos bien” y múltiples otras frases, emanadas más de una maquinaria de comunicación, que sirve para sofocar la realidad, que de la evidencia y la planificación. Toda realidad es ahogada con en el ruido de las rifas del día y las ocurrencias del momento.

Sin embargo, hay una pequeña —que no permanente— solución a este desorden; con las elecciones, en junio de este año, de la Cámara de Diputados y las quince gubernaturas estatales para una oposición fuerte, al Presidente no le quedaría más que aceptar renuentemente el contrapeso de la realidad política. No hacerlo nos condenará, una vez más, a dar tres pasos para atrás cuando dimos dos antes.

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Plática con @econokafka.

Sobre éste y otros temas platiqué con Sergio Negrete Cárdenas, profesor e investigador del ITESO y reconocido economista liberal. Se encuentra disponible en mi podcast Frecuencias en https://spoti.fi/2YCHXF1, www.rodrigoperezalonso.co y en Twitter

@rperezalonso