El misterio del ministro

Si quieres probar el carácter de un hombre, dale poder.

Abraham Lincoln

Con Zedillo se inició, en 1994, una reforma judicial de gran calado para el Poder Judicial y la transformación de la Suprema Corte. De ser un órgano casi meramente político, con 26 ministros, se transformó en uno mucho más afín a los cambios que estaba viviendo el país. La Corte quedó integrada por 11 miembros, con un mandato de interpretación constitucional más claro.

Unos años después, en 2011, en la presidencia de Calderón, se llevaron a cabo reformas para incorporar una visión de derechos humanos en la Constitución y darle a éstos mayor jerarquía.

El avance fue muy grande, de una visión garantista se pasó a una de derechos humanos. Las reformas fueron aplaudidas por juristas de todas las corrientes ideológicas.

En meses recientes se llevó a cabo otra reforma constitucional para reflejar las ideas del ministro Arturo Zaldívar, quien llevaba varios años empujando reformas al funcionamiento de este Poder, incluyendo temas como el Instituto Federal de Defensoría Pública (IFDP), los Tribunales de Apelación, los criterios para la declaración de inconstitucionalidad, entre otros. En términos jurídicos, estas reformas indicaban un cambio interesante para cualquier estudioso del derecho.

Sin embargo, detrás de estas reformas está una ambición desmedida y el sacrificio del alma y prestigio de un personaje para acumular mayor poder.

El ministro Zaldívar se alió con el gobierno y sus personeros para obtener la presidencia de la Corte en enero de 2019. Entre las transacciones políticas que lo hicieron llegar ahí una fue aliarse con López Obrador e incorporarse al ala radical del gobierno, en la figura del hermano de la secretaria de la Función Pública, como director del IFDP (dependiente de la SCJN). También congeló controversias constitucionales y juicios que contravinieran los intereses del gobierno (incluso llegando a destruir la carrera de un magistrado —que sufría de cáncer terminal— que se negó a ceder a sus presiones en la cancelación del aeropuerto de Texcoco) y, girar la narrativa de la Corte hacia el movimiento de justicia social identitaria tan criticado en Estados Unidos.

En esta comercialización sacrificó incluso los ideales liberales constitucionales para sumarse al apoyo irrestricto a personeros del régimen, la cancelación del debido proceso y el abuso absoluto de su poder en la remoción de magistrados y jueces que no coinciden con sus deseos (o, por ende, los del gobierno).

Así, de ser un prestigioso abogado constitucional que fue un referente en el juicio de amparo y el derecho constitucional (incluso llegando a defender a grandes empresas y a acumular una merecida pecunia), llegó a este punto de ambición desmedida y abiertas acciones en contra del derecho y el recato político.

El resultado es el más escandaloso e inconstitucional artículo transitorio incorporado en el paquete de reformas a leyes secundarias —que hoy será votado en la Cámara de Diputados sin mayor discusión y que amplía por dos años su presidencia—, para así ser un personero de las prácticas irracionales e inconstitucionales de este gobierno.

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Esta semana hablé con la doctora Laurie Ann Ximénez y el doctor Marco Sánchez Guerra sobre el manejo de la pandemia: https://spoti.fi/32zCGje.