Rodrigo Pérez-Alonso

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Rodrigo Pérez-Alonso

24 Oct, 2018

Infraestructura y posverdad

La Real Academia de la Lengua Española define a la posverdad como la distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública. Pues bien, la definición encaja bien con lo que ha pasado en las últimas semanas con algunos de los grandes proyectos de infraestructura y políticas anunciadas por la próxima administración.

Las contradicciones con respecto a temas tan variados como mover las secretarías de Estado a otras entidades, la mediación del Papa en el proceso de pacificación, la disminución de sueldos a la burocracia, el proyecto del Tren Maya y el futuro del Nuevo Aeropuerto Internacional de México han generado incertidumbre en los inversionistas y en los medios. Gran parte de esas promesas apelan justamente a la reacción emocional del electorado que llevó a Andrés Manuel López Obrador a la Presidencia y no necesariamente a los hechos y análisis con datos en mano.

Durante semanas y semanas, el NAIM, el proyecto de infraestructura más grande de las últimas décadas en México, ha sido sometido a una narrativa en medios que apela a las emociones y no a los hechos. Se han usado hechos falsos, datos distorsionados o parciales y hasta contradicciones entre los próximos tomadores de decisiones. Con ello en mente, se han hecho maromas para diseñar una consulta pública que tiene serias deficiencias legales y metodológicas. La verdad y las posibles respuestas únicamente las conocen quienes diseñaron ese método.

La respuesta de las Cámaras empresariales, analistas y técnicos conocedores del tema parece que no ha sido suficiente para estos próximos tomadores de decisiones. Al final, la narrativa de unos es técnica y racional, mientras que para los otros está en el plano emocional, donde cualquier razonamiento se puede tachar de inválido.

En otro ejemplo, la agencia internacional de calificación crediticia Fitch Ratings modificó la perspectiva de crédito de Petróleos Mexicanos (Pemex), para pasar de estable a negativa. ¿Qué detonó esto? La incertidumbre en la que se encuentra sumida la empresa, ante sus estrategias de negocios, en plena temporada de transición gubernamental.

La agencia dejó claro que, en un caso crítico, Pemex puede interrumpir el suministro de combustibles líquidos para todo el país, lo que podría tener importantes consecuencias sociales y económicas para México. En su comunicado oficial, Fitch Ratings exhortó al gobierno a que ejecute acciones de apoyo a la petrolera cuando sea necesario.

Ante los hechos y el análisis de una agencia prestigiada, la respuesta emocional no se hizo esperar. Rocío Nahle, la próxima titular de la Secretaría de Energía, se pronunció ante la nota tachándola de “absurda”, anticipándose a defender su futuro cargo, poniendo en la mesa las inversiones que se han anunciado para la empresa en el próximo sexenio.

Lo cierto es que estos temas tan relevantes están causando un desgaste importante en la credibilidad del próximo gobierno a más de un mes de que tome posesión. Eventualmente tendrá que aterrizar en el plano racional de gobierno y no emocional de las campañas.

                (Esta columna refleja únicamente el punto de vista personal del autor)

*Socio de www.techonomics.mx

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