Rodrigo Pérez-Alonso

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Rodrigo Pérez-Alonso

30 Nov, 2022

López Obrador gobierna para las redes

 

 

Los regímenes populistas usan técnicas de comunicación que dividen a las audiencias de acuerdo con los mensajes a colocar. En un fenómeno de posverdad posmoderna, la verdad basada en evidencia no es lo que cuenta, sino los sentimientos, las narrativas y el punto de vista subjetivo. Ya no importa lo que dice la ley (“no me vengan con que la ley es la ley”), sino las palabras del líder, su voluntad (o sus insultos).

En esa dinámica, redes sociales como Twitter, Facebook y hasta YouTube son ahora manipuladas para enviar mensajes que crean narrativas políticas convenientes para un gobierno o sector político. Aunque fueron creadas para conectar personas, ahora generan mayor desconexión a través de la polarización de ideas.

En conversaciones que he tenido con diversos expertos en redes sociales, comunicación y análisis político, éstos coinciden en que las redes son un arma de doble filo: por una parte, conectan, pero, por otra, son utilizadas para generar narrativas. Un ejemplo es que, desde el equipo de comunicación del gobierno del presidente López Obrador, se crean narrativas diarias para atacar a opositores y a críticos. Desde Presidencia se coordinan también convocatorias (como la reciente marcha del Presidente el pasado domingo) y hasta se impulsan campañas políticas de personajes del partido en el poder —como en los casos de quienes dirigen el partido en el gobierno.

Lo cierto es que en este gobierno hay mucha sensibilidad a lo que se dice en Twitter sobre la gestión del Presidente. En las conferencias mañaneras se han proyectado múltiples mensajes de esta red para exhibir a los detractores.

¿Qué lecciones podemos aprender de todo esto? En un país con pocos lectores, los contenidos audiovisuales son más efectivos, al menos en México. A veces en política vale más un video —con o sin sustento científico o de hechos reales— en YouTube bien posicionado que muchos desplegados bien pensados en otro medio. La realidad es que las redes sociales no representan el mundo real. Son un reflejo de narrativas de grupos de interés.

La otra lección es que la división y la polarización pueden llevar a un lugar muy peligroso. Entre más divididos diversos sectores de la población, mayor resentimiento hacia los “otros”. Esto, eventualmente, puede llevar a un punto de no retorno.

Por eso es importante que se emitan mensajes de unidad desde las más altas esferas del poder político. De lo contrario, no habrá vuelta de hoja.

 

Y LA CAMPAÑA CONTRA EL INE

En el mismo sentido, se coordina, desde la oficina de Jesús Ramírez, a generadores de contenidos en YouTube y redes sociales patrocinados para atacar al INE. El objetivo es empujar narrativas falsas sobre una reforma electoral que no tiene pies ni cabeza, pero que ha ido avanzando en el Congreso.

Al momento, parece que la discusión de esta reforma se le está complicando al gobierno, de tal forma que no queda más que radicalizar las posturas y la comunicación. De no avanzar, el Presidente recurrirá a la medida radical de reformar leyes secundarias, contrariando lo dispuesto en la Constitución, para cumplir con su objetivo de dominar las elecciones de 2024.

 

La narrativa oficial quiere destruir al INE con o sin reforma constitucional o legal.

 

 

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