Frecuencias

25 Mar, 2020

Un Presidente aburrido

La crisis sanitaria del COVID-19 ha exhibido las dificultades inauditas en los sistemas de salud de distintos países.

Gobiernos de países diversos se vieron rebasados rápidamente por la velocidad de un virus que se propagó con las redes de transporte aéreo y por la globalización.

El resultado es que países como China, Italia y España se toparon por la realidad de la rápida propagación del virus, principalmente por la inoperancia de sus decisiones políticas internas y su fallida reacción ante la crisis. Otros países fueron más rápidos en responder y disminuyeron la propagación.

Con sus pruebas y errores, gobiernos han reaccionado en diferentes formas. Sin embargo, llaman la atención los casos de México, Irán y, hasta hace poco, del Reino Unido.

Todas éstas naciones tuvieron reacciones lentas o nulas, negaron la realidad y no supieron manejar adecuadamente la crisis.

México es especialmente llamativo para la prensa internacional, dada la negación casi irrisoria de la realidad por parte del presidente López Obrador.

Por ello, es importante señalar algunas lecciones ante esta crisis sanitaria:

1) El primer paso siempre es reconocer y conocer la crisis presente, o que se avecina, a tiempo. En el caso del coronavirus COVID-19, gobiernos de Italia, España y México han sido omisos en reconocer a tiempo esta amenaza.

2) En tiempos de crisis, el liderazgo es sumamente importante. El liderazgo no se traduce únicamente en un puesto político formal, sino en la presencia e involucramiento y acción pronta de los líderes formales e informales.

3) Los vacíos de información se llenan rápidamente. En el caso de un tema tan técnico como una propagación viral, los rumores, especulación e información falsa llenan los huecos que va dejando el gobierno.

Por ello, es importante simplificar el mensaje en puntos específicos, difundirlo rápidamente y siempre volver a éste en caso de cuestionamientos.

4) Es importante unificar el mensaje en pocos voceros. En México esta figura se centró en el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell. Sin embargo, el afán de protagonismo y el esquema unipersonal del gobierno han causado contradicciones entre el vocero y el Presidente, al grado de caer en posiciones ridículas como “la autoridad moral” del Presidente que lo hace “inmune”.

5) El papel de un líder no es dar órdenes bajo su visión sino fundamentalmente escuchar.

En el caso de López Obrador, es conocido que no le gusta escuchar, lo que se traduce en su testarudez.

Escuchar implica no sólo conocer las opiniones de los gobernados, sino también de los especialistas y la gente que lo rodea.

6) No existe fórmula mágica para responder ante las crisis. Todas son distintas y tienen elementos complejos que se mueven constantemente.

El papel del líder es facilitar, no dictar fórmulas únicas. En el caso de López Obrador, su visión de cómo resolver los problemas lo limita a ver otras ideas. Por ello, inyectar capital o ayuda a las empresas afectadas por esta crisis es neoliberal, aunque con ello se pierdan miles de empleos.

7) Finalmente, es mejor tener un Presidente aburrido en tiempos de crisis, que uno que intente descubrir el hilo negro.

La ortodoxia da certeza y seguridad, algo que todos esperan de un líder, más en estos tiempos.