Salo Grabinsky

Del verbo emprender

Salo Grabinsky

3 Feb, 2024

Barcelona: pasado y presente

En mi reciente viaje de trabajo y familia, volví a encontrarme con Barcelona, la ciudad milenaria en la costa del Mediterráneo, y fuente de muchos recuerdos de estancias largas hace varias décadas.

Una ciudad que conjunta vistas de altas montañas que bajan a playas renovadas y que guarda tesoros artísticos, una arquitectura moderna junto a monumentos medievales. Las Ramblas están llenas de turistas extranjeros, migrantes que trabajan como ambulantes y en los cientos de establecimientos de todo tipo.

El mercado de la Boquería con el espectáculo de frutas y comida es inolvidable, precios poco accesibles para la mayoría.

La cultura está viva en el Liceo, en el Palau de la música catalana, museos, y me impactó profundamente en lo cosmopolita que se ha convertido, gracias a la visión de construir una zona nueva para las olimpiadas y atraer a millones de turistas a esta zona.

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Yo experimenté otro ambiente muy distinto a finales de la dictadura franquista, que despreciaba a las regiones catalana y vasca, centralizaba el poder en Madrid, prohibía movimientos nacionalistas y era muy autoritaria y rigurosa con la población. Recuerdo tener que llevar siempre documentos de identidad para que, si te revisaban, los presentaras. Si no los tenías contigo, ibas arrestado por dos semanas. Cuando llegaba al puerto la VI Flota de Estados Unidos, el barrio chino (zona de tolerancia) se abría a los marineros y otros sin que se prohibiera ese comercio. Barcelona era segura, bastante limpia… y un poco aburrida para jóvenes de esa época, aunque había comida típica catalana y bebida por todas partes.

El presente es radicalmente distinto y, como todo, con claroscuros. Por un lado, ves signos de modernidad en todas partes, comida internacional, exhibiciones de artistas contemporáneos y jóvenes iguales a las del mundo occidental. También es notoria la presencia de inmigrantes legales o no, que trabajan en cafés y tiendas, taxis o ambulantes, que hablan una miríada de lenguas y ver a las mujeres con el cabello cubierto. Muchas nacionalidades y colores. Los catalanes también son visibles sobre todo en las zonas fuera del centro, las playas nuevas, en el Ensanche y más arriba después de la Diagonal, en barrios hermosos, limpios y, a mi parecer aislados de la heterogénea masa de turistas y gente que los atiende. El catalán, un idioma similar al castellano y al francés se habla de manera oficial para todo, junto al castellano y eso complica la comunicación y  las otras áreas de la vida cotidiana.

Por todas partes te advierten que aumentó la delincuencia no violenta, los carteristas y el robo de celulares, etcétera. Hay muchos graffitis por todas partes del centro y cierta suciedad, pero se limpia constantemente.

¿Qué cambios vi, del pasado a la actualidad? Es una gran ciudad, algo caótica como muchas, con gente trabajadora y sigue muy politizada, a pesar de la trágica campaña de hace unos años que, a mi juicio, asustó a muchas empresas, provocó una tensión insostenible y de la que apenas se están recuperando en ciertas áreas, sobre todo por el turismo masivo pospandemia. Ojalá regrese la calma y la pujanza de los catalanes para hacer crecer esa región tan importante de España. Hay signos positivos, pero esperemos que vuelva Barcelona a ser la ciudad más imponente del Mediterráneo.

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