Salo Grabinsky

Del verbo emprender

Salo Grabinsky

2 Jul, 2022

La llave genética

 

El periodista Walter Isaacson es muy reconocido por los libros que ha escrito sobre Steve Jobs, Benjamín Franklin y otros hombres y mujeres excepcionales. Fue editor de la revista Time, en CNN, etcétera. Muy ameno y entendible, sobre todo en su libro más reciente, el cual devoré en varios días: La descifradora de códigos (The Code Breaker ), donde describe la historia reciente de una serie de científicos norteamericanos, y de otras nacionalidades, y su competencia para abrir la caja fuerte genética del ADN y el genoma humano, así como de la llave que significa el RNA (ácido ribonucleico) que, al utilizarse en forma cada vez más precisa, abre un mundo increíble (y peligroso) reestructurando la teoría de la evolución y otras profundas percepciones, tanto éticas como económicas a su paso.

La doctora norteamericana Jennifer Doudna junto con su colega Emmanuelle Charpentier, de Francia, recibieron el Premio Nobel de Química en 2020 por idear las “tijeras genéticas” para reescribir el código de la vida y editar el genoma. Su trabajo es comparable en su profundidad a la tecnología de las computadoras, la internet y todas las aplicaciones que han derivado de estos conceptos, con la diferencia de que ya estamos en el umbral de la reducción o desaparición de enfermedades incurables, detección de otras y... otros usos muy cuestionables.

Sólo quiero recordarles que las dos vacunas más exitosas contra el terrible virus de covid-19, que aún sigue entre nosotros, utilizan esta técnica del RNA para liquidar a los virus y evitar que se reproduzcan y entren a destruir los órganos de los humanos. Y eso no

es todo, el uso de este método es la llave para infinidad de vacunas o intervenciones a males que no tienen cura actualmente. Estamos ante un mundo nuevo fascinante en la esfera de la teoría de la evolución, de la famosa hélice del DNA y RNA inventado por Watson y Kric y con un potencial infinito.

Pero... tiene unos ingredientes muy cuestionables, como son el bioético y el ideológico, por no decir el económico, que Isaacson toca brillantemente en el libro:

 a.- Su uso indiscriminado puede hacer que se diseñe una “raza superior” más alta, sana, inteligente, o sea hijos(as) a la medida de los deseos de las familias.

b.- Se generen con este método individuos-robots que sirvan de soldados sin alma y trabajadores, y se parezcan demasiado al Brave New World o a 1984 de Huxley u Orwell y, en realidad, a la raza superior de los nazis.

c.- Que profundice aún más la desigualdad, ya que estos tratamientos son muy caros y sólo los más ricos puedan tenerlos y la pobreza aumentará con las enfermedades no curadas por estas llaves genéticas.

Estos cuestionamientos están siendo tratados en universidades e instituciones de todo el mundo, pero también pueden ser utilizados por biohackers con propósitos malignos creando una turbulencia adicional a la que ya tenemos.

Sin embargo, desde que Jenner descubrió la vacuna contra la viruela en el siglo XVIII, hasta las de polio (Salk y Sabin), y ahora las de RNA para covid-19 y muchas otras, la civilización humana crece aceleradamente. Estamos ante un mundo nuevo, fascinante, pero con serios peligros. En México ya debemos estar haciendo investigaciones sobre el genoma, DNA y RNA y sus múltiples usos, aun con la austeridad reinante. Un gran libro.

Asesorías:

55 69 65 68 76

 

Síguenos en Twitter @DineroEnImagen y Facebook, o visita nuestro canal de YouTube