Gerardo Aparicio

Gerardo Aparicio

28 Feb, 2011

Aló, presidente

Las más recientes declaraciones hechas por el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, apoyando la resistencia del líder en Libia, Muammar Ghadafi, no obedecen absolutamente al protagonismo sin razón del presidente sudamericano o a un grado de locura que justificaría el apoyo al magnicidio que se vive en esa zona del Oriente Medio, sino todo lo contrario, el tratar de prolongar la temperatura a su máximo en el mercado buscando un beneficio económico para su debilitada economía.

De acuerdo con el Banco Mundial, Venezuela es el quinto productor mundial de petróleo, del que se generan 90% de los ingresos públicos, los cuales no son suficientes para el desorden en términos financieros que posee a consecuencia de la mayor inflación de América del Sur de alrededor de 28%, que viene de una caída en su producto nacional en 2010 de alrededor de 2% ante la media de la región, que fue positiva de 6% y que seguramente, por más prolongada que sea la crisis en Oriente Medio, le alcanzará a tener en 2011 a no más de 1.3% positivo, quedando muy por debajo de sus vecinos.

La lección que nos brinda Hugo Chávez es justamente lo que ocurriría si un gobierno se vuelca a una expropiación indiscriminada del sector privado, que en el caso de este país ha sido en el sector cementero, bancario, servicios petroleros, producción y distribución de alimentos que sólo le dejan como resultado una baja transparencia en el gobierno, ante los organismos multilaterales y bancos comerciales por una política económica heterodoxa que amenaza en el largo plazo la sostenibilidad del país.

La forma en la que ha financiado, además de las actividades propias del Estado, las plantas eléctricas en Cuba, carreteras en Nicaragua y diversas obras de infraestructura en Bolivia y Ecuador, ha sido mediante una deuda pública interna, que desde que tomó el poder el 2 de febrero de 1999, ha crecido en 1043%, al pasar de mil 690 millones de dólares a 19 mil 313 mdd, considerando como base de cálculo sus devaluados bolívares alrededor de 4.30 por dólar.

Pero tampoco es menor el saldo de su deuda pública externa que ha crecido en 70% en ese mismo lapso de la gestión chavista, a pesar de que gran parte de su producción petrolera está comprometida para el gobierno chino, aún se busca que sea garantía para un nuevo financiamiento de 4 mil mdd aunados a los 12 mil mdd contratados con el mismo dragón.

El agua no sólo le ha llegado al cuello a Venezuela, y sus declaraciones lamentablemente son verdaderas en el festejo de que empresas petroleras como Wintershall, Repsol YPF, Total, Eni y BP, situadas en Libia, estén detenidas provocando un alza en las cotizaciones de los petroprecios que se acumule al incremento de 20% en lo que va del año, situación que le da oxígeno a las locuras y proyectos del presidente.

Catedrático de la Universidad Panamericana*