Marco Gonsen

Memoria Flash

Marco Gonsen

23 Ene, 2012

¡Sopas!

Rupert Murdoch no es un personaje bien visto por la corrección política. El año pasado, su periódico News of the World desapareció tras ser acusado de practicar intervenciones telefónicas ilegales. El canal de televisión Fox News, también de su propiedad, representa la oposición conservadora más activa a las políticas de Barack Obama. Y recientemente arremetió en Twitter contra Google —al que llamó “líder de la piratería”— y contra el mandatario estadunidense por haberse opuesto a la ley de protección autoral conocida como SOPA (Stop Online Piracy Act).

Esta polémica iniciativa fue impugnada el pasado miércoles en redes sociales por varios cibernautas que, paradójicamente, utilizan en sus avatares los personajes de Los Simpson, estrellas de la cadena Fox. No faltaron los Homeros y Barts que proclamaban #StopSOPA, como si la caricatura estuviera de alguna forma rebelándose contra el empresario australiano que, vale la pena recordar, invirtió millones de dólares en 1989 para apostarle a esa sátira animada sin precedentes en la televisión norteamericana, sin tener ninguna certeza de que triunfaría. Moraleja: la transgresión vende y el éxito cuesta.

Es probable que muchos críticos del octogenario inversionista desconozcan la cercanía que éste tuvo con Steve Jobs (cuya empresa, Apple, se mantuvo discretamente al margen de las protestas contra la Ley Antipiratería en Internet). A ambos los unía la vocación emprendedora y su carácter de visionarios, aun cuando en términos de imagen pública a uno le tocó ser héroe y al otro villano.

El producto más palpable de la colaboración entre Jobs y Murdoch es el periódico The Daily, única publicación en el mundo diseñada exclusivamente para el iPad —dispositivo en el que el dueño de News Corp. depositó toda su fe— y que el próximo 2 de febrero cumplirá un año. Se trata de una revista digital diaria de información general, una mezcla entre The Wall Street Journal y New York Post, de noticias serias con un tratamiento ligero —sin llegar al típico sensacionalismo murdochiano—, desplegadas con recursos gráficos y multimedia disponibles únicamente en la tablet, y al que sólo puede accederse por medio del pago de una suscripción semanal, de 99 centavos de dólar, o anual, de 39.99 dólares.

The Daily es la muestra más palpable de cuán difícil resulta resolver el dilema de cómo lograr un producto rentable en internet, donde el modelo de negocios premia la gratuidad. La apuesta de Murdoch es que los usuarios paguen por leer el contenido que les interesa. Para este proyecto en particular desembolsó al menos 30 millones de dólares en el arranque, y unos 500 mil dólares para gasto corriente semanal. Casi 12 meses después, la propuesta no parece haber convencido del todo. No se han dado a conocer cifras oficiales de suscriptores, aunque algunos sitios especulan que podría llegar a 120 mil, lejos todavía de los 800 mil requeridos para que la apuesta sea financieramente viable.

Consistente con la postura de su dueño, The Daily publicó un muy rudo editorial el viernes —horas antes de que el republicano Lamar Smith, autor de SOPA, retirara indefinidamente su iniciativa— en el que calificó de berrinche la protesta de los gigantes de Silicon Valley. Afirmó que el apagón de Wikipedia no puede ocultar el hecho de que robar es ilegal y acusa a los “tech titans” de gritar y patalear con una “retórica histérica” sobre la libertad de expresión, en lugar de entrar al debate sustantivo de cómo frenar el “robo descarado de contenidos con copyright”, que se ha vuelto “endémico” en internet.

En síntesis, considera que el clamor de “censura” sólo significa paralizar el debate, y llama a los industriales de la tecnología a sentarse a dialogar con el Congreso para elaborar una mejor ley, recordando que la cibernética no es el fuerte de los legisladores, como lo prueba aquella famosa frase del ex senador Ted Stevens, quien definió internet como “una serie de tubos”.

No es simpático y nunca se le identificará con causas progresistas. Pero al utilizar Twitter y iPad como vehículos para defender su postura, Murdoch dio a más de un activista de ocasión una sopa de su propio chocolate.

 marco.gonsen@nuevoexcelsior.com.mx