¿Una nueva crisis alimentaria?: Jonathan Heath

Las autoridades tendrán que medir el impacto de los incrementos de precios de los alimentos en los segmentos menos protegidos de la sociedad.
Opinión -
El Banco Mundial reporta condiciones climáticas adversas en muchas partes del mundo como causa principal de los incrementos significativos en los precios. Foto: Excelsior
El Banco Mundial reporta condiciones climáticas adversas en muchas partes del mundo como causa principal de los incrementos significativos en los precios. Foto: Excelsior

Desde que México regresó a tasas de inflación de un solo dígito a partir de 2000, hemos observado una tasa anual promedio de 4.43 por ciento. Aunque todavía no se ha logrado llegar al objetivo puntual de inflación de 3%, por lo menos en cinco de los últimos 10 años hemos visto una tasa de fin de año por debajo del 4%, que es el umbral superior del rango de variabilidad impuesto por las autoridades monetarias. Por lo mismo, la actuación de la Junta de Gobernadores del Banco de México nos hace pensar que el objetivo real de la inflación de fin de año es 4 y no 3 por ciento.

El único año que realmente fue una excepción fue 2008 cuando la inflación terminó en 6.53%, producto de una crisis alimentaria internacional que vio alzas significativas en los precios de los alimentos y productos agropecuarios en los mercados mundiales. En México los precios de las mercancías alimentarias aumentaron 9.46%, mientras que los precios de los productos agropecuarios sufrieron incrementos de 11.63% en promedio. En buena parte, fue la gran recesión de 2009 la que ayudó a disminuir las presiones del momento y regresar a tasas más moderadas.

El año pasado vimos la inflación promedio (3.41%) más baja en la historia del INPC (que existe desde 1969), a pesar de que hubo alzas importantes en los precios de las mercancías alimentarias. Lo que contribuyó a que no hubiera una inflación mayor fue que los incrementos en los precios de los bienes agropecuarios fueron limitados. Sin embargo, esta tendencia se revirtió en la primera mitad de este año y últimamente hemos visto que la inflación ha vuelto a tomar una tendencia alcista.

Queda muy claro que el alza de precios está concentrada en alimentos y energéticos. Sin considerar los precios de las mercancías alimentarias y de los productos agropecuarios, la inflación anual (que se ubica en 4.42%) bajaría a 3.24%. Si también eliminamos los precios de los energéticos, tendríamos una tasa de apenas 2.57%.

Los expertos opinan que la inflación anual seguirá al alza en septiembre, llegando a un pico de casi 4.8%, para después bajar en el último trimestre del año y ubicarse muy cerca de una tasa de 3.8%, similar a la observada a fines de 2011. La razón principal es que se espera que se revierta el ciclo alcista en los precios agropecuarios, que bien sabemos son muy volátiles y se mueven en forma cíclica irregular.

Sin embargo, la pregunta obligada es si realmente bajarán los precios agropecuarios. Un reporte reciente del Banco Mundial señala que los precios de los alimentos en los mercados mundiales han aumentado 7% entre abril y julio, mientras que algunos productos como maíz y soya han registrado máximos históricos. Incluso, el Banco se pregunta si no estamos al borde de una nueva crisis alimentaria como la que se observó en 2008.

El Banco Mundial reporta condiciones climáticas adversas en muchas partes del mundo, aunado a inventarios reducidos, como las causas principales de los incrementos significativos en los precios. Ahora, estamos a la espera de evaluar bien el patrón climatológico del fenómeno de El Niño que, dependiendo de cómo se desarrolle, podría causar inundaciones severas en algunas partes del mundo y sequias inexorables en otras. También advierte que si algunos países productores deciden limitar exportaciones como respuesta al alza de precios, definitivamente nos enfrentaríamos a una crisis alimentaria parecida a la de 2008.

En México nos enfrentamos a la crisis del huevo, que en algunas partes de la República ha duplicado su precio en menos de un par de meses. A pesar de las medidas tomadas, que incluyen importaciones sin aranceles y apoyos para reponer el stock de gallinas, los expertos estiman que el precio no se revertirá significativamente hasta fines de año. Aunque vimos que los precios de las mercancías alimentarias habían disminuido su ritmo de incrementos a principios de año, en los últimos dos meses las alzas se han empezado a acelerar de nuevo.

En principio, deberíamos esperar que la inflación revierta su tendencia alcista en el último trimestre del año. Sin embargo, debemos advertir que el riesgo de más alzas en los precios de los alimentos procesados y los commodities ha aumentado significativamente. La mayoría de los analistas no esperan que el Banco de México vaya a iniciar un ciclo de endurecimiento en su política monetaria en los siguientes trimestres. No obstante, de desatarse una nueva crisis alimentaria mundial las autoridades monetarias tendrán que tomar las medidas pertinentes para mitigar el contagio de expectativas, que pudiera desencadenar una inflación mucho mayor de lo que ahora se anticipa.

Aún en el caso de que se logre mantener la inflación general por debajo de 4%, las autoridades tendrán que medir el impacto de los incrementos de precios de los alimentos en los segmentos menos protegidos de la sociedad. Una crisis alimentaria pega mucho más a las clases bajas y contribuye significativamente a incrementar la pobreza. Ojalá que las autoridades no estén demasiado distraídos con el cambio de gobierno para tomar las acciones pertinentes y preventivas.

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