Marco Gonsen

Memoria Flash

Marco Gonsen

17 Sep, 2012

Audífonos

Mitt Romney, candidato a la Presidencia de Estados Unidos, cita con frecuencia en sus discursos de campaña a Steve Jobs como modelo del estadunidense emprendedor, echado de la empresa que él mismo fundó y a la que volvió para “cambiar el mundo”, según recordó el republicano en la pasada Convención de Tampa.

Llama la atención que el abanderado conservador intente capitalizar la fama de un personaje muchísimo más vinculado con su rival demócrata, Barack Obama, como quedó de manifiesto la semana pasada cuando se supo que, hábilmente, el mandatario que busca reelegirse cambió una línea de su discurso en la Convención de Charlotte con el fin de incluir un elogio para el fallecido fundador de Apple.

Si Romney quisiera encontrar un héroe tecnológico más afín a sus creencias, podría hurgar en la historia de la religión mormona, la fe que profesa.

Entre los integrantes de la Iglesia fundada por Joseph Smith se cuentan varios personajes que pusieron su granito de arena en la innovación tecnológica.

Podría haber citado a Nolan Bushnell, ingeniero nacido en Utah hace ya casi 70 años y que en 1972 fundó Atari, una de las compañías por las que transitó Jobs. Otro es Robert B. Ingebretsen (1948-2003), que pasó a la historia por sus trabajos en el desarrollo del sonido digital, sin los cuales no se entenderían inventos como el CD o el iPod. Dueño de pequeñas firmas tecnológicas, Ingebretsen trabajó hace cuatro décadas con otro notable mormón, Ed Catmull, cofundador de Pixar, en la producción de uno de los primeros cortos digitales.

A los nombres de estos emprendedores hay que sumar el de Nathaniel Baldwin (1878-1961), graduado en ingeniería eléctrica de la Universidad de Stanford y que estableció una pequeña fábrica de gadgets y accesorios llamada The Baldwin Radio Company, con 150 empleados, y cuyas ganancias sirvieron para apoyar al sector más fundamentalista de su comunidad religiosa, aquella identificada con la poligamia.

Esta última puede ser una razón por la cual el moderado Romney quizá no quisiera ser relacionado con Baldwin, pese a que éste inventó uno de los accesorios más populares entre la juventud: los audífonos.

Bajo el título Against headphones, un artículo de The New York Times sobre los efectos perniciosos de los auriculares en los oídos de los adolescentes, publicado en enero de 2011, narra que Baldwin inventó estos pequeños altavoces hace casi un siglo como una forma de superar una frustración personal: la de no poder escuchar con claridad el sermón en el Tabernáculo Mormón de Salt Lake City, a causa del ruido provocado por la multitud de fieles.

Lo que Baldwin diseñó originalmente como amplificadores terminó convertido en dos pequeños receptores de señales eléctricas, colocados sobre la cabeza del usuario, que permitían convertir éstas en sonido.

El invento tuvo un primer uso práctico dentro de los sistemas de comunicación de los marinos estadunidenses, lo que llevó a Baldwin a producir auriculares industrialmente.

Como se ve, la necesidad del individuo de aislarse está en el origen del dispositivo, que igual sirve a los trabajadores de la industria para proteger sus tímpanos del ruido de las máquinas, que a los modernos DJ’s para seleccionar la siguiente pieza de su escandalosa mezcla musical.

En ese contexto, algunos modelos de audífonos de marcas como Bose parecieran cumplir a cabalidad el sueño de Baldwin: aislar casi por completo el ruido exterior para dejar libre lo que realmente se quiere oír.

Esta capacidad de generar aislamiento facilitó la portabilidad de la música, al ser posible su consumo personal sin molestar a nadie.

Este factor explica el éxito de los reproductores de cassette (walkman) y CD (discman), así como del iPod y sus sucesores, iPhone y iPad, dispositivos que han tenido el talón de Aquiles en sus clásicos auriculares blancos.

Aunque la historia empieza a ser distinta: la reciente conferencia de Tim Cook para develar el iPhone 5 presentó también los EarPods, audífonos intrauriculares que generan una mayor sensación de aislamiento y un sonido más limpio, lejos de alcanzar en el modelo clásico de bordes redondeados.

Una refrescante innovación que hace realidad el sueño de miles de usuarios forzados a comprar auriculares de mayor fidelidad y a cuyos reclamos sólo se tenían oídos sordos.

marco.gonsen@gimm.com.mx