México actúa ante crisis económica europea que se expande

El mundo económico, convulso como está en diversas latitudes, dejará sus secuelas en México; inclusive ya estamos sintiendo la desaceleración del PIB y todo ello ocurre porque las autoridades, por su ideología, se habían rehusado a aplicar políticas públicas e instrumentos económicos de los que dispone el Estado mexicano para evitar o atenuar los efectos indeseables que vinieran del exterior.

Según el gobernador del banco central, México sigue con ritmo muy lento de crecimiento y de generación de empleos, y los choques transitorios que enfrenta la inflación en México no se podrán resolver con acciones de política monetaria, pero que el secretario de Hacienda ha realizado una conducción “férrea” y responsable de las finanzas públicas, lo cual ha permitido enfrentar situaciones difíciles que propician la inflación, no obstante que las opciones para lo insuficiente del presupuesto son “severamente limitadas”. Mientras tanto, México ya está empezando a dar señales de cómo actuará bajo la Presidencia de Enrique Peña Nieto, quien en recientes declaraciones en la OCDE, en Francia, sostuvo que habrá un reforma fiscal progresiva que amplíe el número de personas que pagan impuestos, para poner en práctica políticas redistributivas de la riqueza que a la vez aumenten los ingresos del gobierno.

En un discurso ante los embajadores de los 33 países de la OCDE, y un número importante de directivos de empresas europeas, el Presidente electo describió las prioridades de su administración, empezando por la seguridad, e insistió en que manejará responsablemente las finanzas. Por otra parte, sabemos que Estados Unidos está siendo impactado por la recesión europea y que no se prevé pronta solución allá, como se pudo apreciar por los acontecimientos en la cumbre europea de jefes de Estado y de gobierno en Bruselas, Bélgica, que sesionó la semana pasada, donde las confrontaciones estuvieron a la orden del día con Alemania.

El Ejecutivo alemán llevaba varios días emitiendo señales de colisión con los demás países socios, como el retraso de la entrada en vigor del organismo de supervisión bancaria conjunta, acordada en su reunión de junio pasado y a cuya entrada en vigor antes de 2014 ahora se opone Alemania.

La canciller Angela Merkel también llegó insistiendo en que haya avances hacia la unión fiscal, así como en dotar de poderes a un “súper comisionario” económico hasta para poder vetar presupuestos de los países de la Unión.

La supervisión conjunta es una de las condiciones para que entre en operación el “nuevo mecanismo permanente de estabilidad” (MEDE) y pueda rescatar directamente a los bancos europeos, sin que sus préstamos cuenten como deuda del país beneficiario.

De hecho se percibe que hay mucho por acordar entre los europeos en estas materias —y el hecho de tener una moneda común se los hace necesario— porque Alemania también insiste en su idea de unión fiscal en la zona euro, que tendría el poder, a través del “súper comisionario”, para sujetar a todos los países miembros a mantener sus finanzas públicas en los niveles de equilibrio acordados.

Sospecho que apenas se están dando cuenta de que una moneda común los obliga en lo económico a actuar como si fueran todo un mismo país y eso les está generando profundas diferencias. La líder alemana ha repetido con Hollande las mismas diferencias que tuvo con Sarkozy.

Y las tensiones que se dieron previas a la cumbre son las mismas a las diferencias entre los socios. Alemania, el país que pone más dinero, evidentemente quiere que se aclare la puesta en marcha de la unión fiscal y la supervisión común de las cuentas públicas de los socios, mientras que los países necesitados de apoyos quieren que se abran las emisiones de deuda conjunta, denominada en eurobonos o en eurobills de más corto plazo.

Y mientras tanto los más urgidos, Rajoy, de España, y Grecia siguen en espera.

Presidente del Colegio Nacional
de Economistas, Federación
de Colegios de Economistas, A. C.
@acanovelez