La importancia de saber a qué le tiras: Fuck up night

Porque también vale la pena escuchar las historias de fracaso que llevan implícito un aprendizaje
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Los fracasos se miden de manera diferente y aunque las cuatro historias abordan proyectos que nunca alcanzaron las metas que fijaron sus creadores, los procesos que cruzaron le sirvieron de gran enseñanza. Foto: Photos.com
La importancia de saber a qué le tiras: Fuck up night

 

¿Por qué hablar siempre de los éxitos cuando los fracasos enseñan más? Como una charla entre amigos surgieron las Fuck Up Nights donde emprendedores que encontraron en sus errores el aprendizaje hablan de su experiencia de fracaso.

En una azotea cobijada por el colectivo We are Todos, la reunión arrancó con la participación de cuatro ‘fracasados’. El primero, un joven arquitecto cuya pasión es el futbol; la segunda, una artista visual con una visión incomprendida; el tercero, el cerebro detrás de un proyecto que aún destella y el cuarto, un conocedor de internet al que le fallaron los cálculos.

El arquitecto tomó la palabra y dejó en claro su capacidad para destacar en otras áreas fuera de su gran pasión: el futbol,  pues como estudiante triunfó tanto que nunca creyó que un despacho bajo su cargo fracasaría, pero así fue.

Cuando todo terminó encontró una oportunidad en un diplomado de arquitectura sustentable y fue ahí donde formó un colectivo con los amigos que encontró. “Lo más importante que necesitamos es un buen equipo y que ese equipo sean tus amigos”.

Por su parte, la oriunda de Barcelona y artista visual encontró en la gran oportunidad de su carrera su gran fracaso. Con un gran presupuesto realizó una instalación que constaba de una pantalla en la que van apareciendo diversas imágenes. La ingeniería y software implementado le indicaron a la artista que su pieza tenía un potencial comercial. Fue así que acudió a La Caixa, una institución vinculada con centros culturales en España; ahí surgió la esperanza surgió.

Sin embargo, la burocracia y la llegada de la crisis desinflaron el ánimo de quienes la habían apoyado a llevar su instalación a un centro cultural y la imponente instalación terminó guardada en una bodega. “Yo no soy comercial, soy creativa y creo que hace falta formar equipos y encontrar alguien que me ayude a hacer lo que no sé hacer”.

Por su parte Tráelo.com quebró en menos de un año. Fue un proyecto iniciado por el emprendedor fracasado número 3 quien se ve a sí mismo como un cerebro hábil para persuadir a las personas pero que jamás comprendió el universo de internet, la base de su negocio, ya que la página pretendía ser un lugar donde los restaurantes brindarán sus menús para que la gente pidiera a domicilio.

“A pesar de que el sitio aún opera con algunos restaurantes y en algunos edificios por Santa Fe no llegamos ni cerca al número de vistas que dijimos que tendríamos, aún está prendida la velita pero me hizo falta encontrar a la persona indicada que tuviera conocimientos de internet”.

De manera irónica, el cuarto emprendedor fracasado se valió de sus amplios conocimientos en internet y redes sociales para lanzar un portal enfocado a deportes colegiales y profesionales.

Con un recorrido (en video) por las varias etapas que atravesó el proyecto, el emprendedor habló de cómo surgió el sitio, los logros que alcanzó y cómo finalmente quedó en el olvido. ¿Por qué?

“Nos faltó estrategia. Me sentía como en un barco donde hay 10 hoyos y en lugar de hacer una nueva estructura estábamos tapando uno por uno y perdimos en enfoque, de repente queríamos competir con grandes sitios y dejamos de lado el nicho por el que empezamos”.

Los fracasos se miden de manera diferente y aunque las cuatro historias abordan proyectos que nunca alcanzaron las metas que fijaron sus creadores, los procesos que cruzaron le sirvieron de gran enseñanza.

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