El déficit de Estados Unidos: Jonathan Heath

¿De qué depende el crecimiento de México? Entre otras cosas, de la demanda de EU de nuestras exportaciones no petroleras. Por esto es que nuestros ojos están puestos en cómo resolverá Obama el precipicio fiscal
Economía -
¿De qué depende el crecimiento de México? Entre otras cosas, de la demanda de EU de nuestras exportaciones no petroleras. Por esto es que nuestros ojos están puestos en cómo resolverá Obama el  precipicio fiscal. Foto: AP
¿De qué depende el crecimiento de México? Entre otras cosas, de la demanda de EU de nuestras exportaciones no petroleras. Por esto es que nuestros ojos están puestos en cómo resolverá Obama el precipicio fiscal. Foto: AP

 

La desaceleración de la economía observada en el tercer trimestre y la aparente del cuarto, representa un verdadero reto para Enrique Peña Nieto al comenzar el sexenio.  Debemos recordar que la maldición de las crisis le pegó a Vicente Fox justo cuando comenzaba su gestión, mientras que Felipe Calderón enfrentó la gran recesión en 2008.  En ambos casos, el crecimiento promedio sexenal fue bastante mediocre.

Las cifras disponibles del INEGI advierten que el último trimestre del año podría no solo ser el peor de los últimos 14, sino con un poco de mala suerte, hasta cercano a cero.  ¿De qué depende el crecimiento de los siguientes trimestres?  Entre otras cosas, de la demanda de Estados Unidos de nuestras exportaciones no petroleras.

Por esto es que nuestros ojos están puestos en cómo resolverá Barak Obama el supuesto precipicio fiscal de su país.  Aparentemente, la combinación de aumentos en impuestos y recortes en gastos es tan significativa que podría ocasionar una nueva recesión en el país vecino, con ramificaciones serias para nuestra economía.  Podría ser un verdadero aguafiestas para un sexenio cuyo arranque hasta ahora se ve promisorio.

En un principio el debate en torno a la solución parecía no tener puntos en común.  Los demócratas insistían en que el 2% de la población tenía que pagar más impuestos, ya que son los que más deducciones y exenciones tienen. Los republicanos alegan que es justamente ese 2% que más empleos genera, por lo que la propuesta disminuiría la creación de empleos.  Los demócratas quieren proteger los programas sociales que apoyan a la economía de las clases media y baja, mientras que los republicanos dicen que es donde más dispendio existe.  Ambos insisten en que las propuestas de sus adversarios no hacen sentido, no suma o de plano, no alcanza.

La necesidad de llegar a un acuerdo ha llevado a que ambos lados ceden poco a poco y en los últimos días se ve más probable una conciliación.  Pero ahora varios analistas dicen que el acuerdo podría ser peor.  Son tantas y tan divergentes las opiniones, que difícilmente podemos discernir qué propuesta funcionará y cual no.  Sin embargo, hay una observación de Paul Krugman que a mí me hace sentido y no la he visto del todo incorporado en el debate: el rol del ciclo económico.

El problema de fondo es que el déficit público de Estados Unidos aumentó demasiado a raíz de la gran recesión. La contracción en la actividad económica produjo una disminución en los ingresos, mientras que hubo un incremento contra cíclico en el gasto.  Al incrementar el desempleo el gobierno tuvo que pagar más vía el seguro de desempleo y aumentó el gasto en programas sociales como el “welfare” (asistencia a los pobres) y “food stamps” (estampillas de comida).  Cuando la economía vuelva a su etapa de expansión, una buena parte del déficit debería disminuir en forma natural.

Krugman argumenta que si la economía estuviera creciendo alrededor de su potencial, el gobierno obtendría alrededor de 450,000 millones más en impuestos, mientras que se ahorraría alrededor de 250,000 millones en programas de asistencia. 

Esto significa que el simple efecto del ciclo económico representa un ajuste de 600,000 millones de dólares de un total de un billón.  En números aproximados, Krugman alega que el déficit restante, 400,000 millones de dólares, representa un poco menos del 4% del PIB, que es menor a la tasa de crecimiento nominal del PIB, por lo que disminuiría la deuda como porcentaje del PIB. (Para más detalles sobre los números vean http://www.businessinsider.com/closing-the-deficit-2012-12#ixzz2FVna6DG).

Lo que nos dice Krugman es que cualquier debate realista sobre el tamaño del déficit no puede partir de periodos de anormalidad económica, es decir, de etapas recesivas (que generan más déficit) o de expansiones desmedidas (que crean la ilusión de mayores ingresos).  Se tiene que ajustar los datos en función del ciclo económico.  En el fondo, su posición es que el déficit no es tan elevado como aparenta y que la mejor manera de disminuirla de su monto actual es mediante mayor crecimiento económico y menos desempleo.

Krugman no es santo de devoción de todos los analistas.  Lo acusan de utilizar números alegres y es demasiado “liberal” para el gusto de los conservadores.  Puede ser que los montos mencionados son menores y que el déficit “normal” es mucho mayor al 4% que estima. Sin embargo, definitivamente debe existir un efecto cíclico que se debe de incorporar en cualquier cálculo.

También existe un efecto psicológico (¿o sociológico?) en el ambiente de negocios atado al supuesto precipicio fiscal.  Los negocios no quieren invertir ni tomar riesgos ante la amenaza de una recesión, mientras que los consumidores muestran cautela.  Si no se produce un arreglo satisfactorio, la economía pudiera caer en recesión simplemente ante expectativas autorrealizables.  Esto nos lleva a pensar que la mejor solución no es necesariamente una que tenga números que sumen y que minimiza los impactos negativos, sino una que contribuye a fortalecer las expectativas.  ¿Será?

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