Marco Gonsen

Memoria Flash

Marco Gonsen

4 Feb, 2013

Wired

Uno de esos bonitos terminajos sajones de la jerga cinematográfica pierde mucho de su sentido irónico en la traducción. Es el caso de rip off, en el que la locución española más parecida sería “copia descarada”, alusiva a las películas que claramente imitan —cuando no plagian— el argumento de un éxito probado.

El rip off de una película de ciencia ficción —La Guerra de las Galaxias— fue el mero pretexto de la hoy venerable revista estadunidense Wired para relatar la historia detrás del episodio conocido como Canadian Caper, en el que la CIA logró rescatar a seis diplomáticos que lograron huir al momento del asalto de islamistas a la embajada estadunidense en Irán en 1979.

El artículo, titulado El Gran Escape y firmado por Joshua Bearman, apareció en la edición impresa de Wired, fechada en mayo de 2007, aunque su primera versión difundida en web data del 24 de abril de ese año y lucía el encabezado Cómo la CIA usó una falsa película de ciencia ficción para rescatar a estadunidenses en Irán, en alusión a la inverosímil pero real estrategia empleada por el agente Tony Mendez, quien adquirió fama reciente gracias a que es el argumento de la película Argo, dirigida por Ben Affleck.

Justo por esas fechas, Wired acababa de arrancar una nueva etapa, bajo el cobijo de la editorial Condé Nast, cerrando una época que duró ocho años en la que tanto la versión en papel como la digital, aunque compartían el mismo cabezal, pertenecían a distintos dueños, por increíble que esto pareciera.

Pero rara vez el adjetivo “increíble” ha aplicado en la historia de Wired, que el mes pasado cumplió 20 años de existencia, un onomástico que pasó inadvertido, entre otras razones, porque la misma revista se encargó de celebrarlo con demasiada anticipación, al recuperar hace unos meses, en una edición especial para iPad, su mítico primer número, en una versión que podría ser calificada como “reloaded”.

El ejemplar está disponible en el Quiosco de la App Store para quien quiera descargarlo en forma gratuita en su tablet, siempre y cuando se tenga espacio libre de al menos 1.4 gigas, aunque vale la pena por los materiales extras, entre ellos la transcripción de varios diálogos entre los editores fundadores, Louis Rossetto, John Battelle, Kevin Kelly y John Plunkett, entre otros, acerca de la lluvia de ideas que dio origen a la primera revista que se tomó en serio la tecnología como una de las más influyentes matrices culturales de nuestro tiempo.

Si nos atenemos solamente a las anécdotas narradas en las transcripciones tituladas Wired 1.1, an Oral Story, la fundación de Wired es una especie de mezcla entre una start up y el descubrimiento de otro “nuevo periodismo”. Esto es, el hallazgo de un nicho de mercado incipiente, que no había cobrado su real dimensión entre las publicaciones de la época y que con pretexto de la revolución tecnológica en marcha, lo mismo pudiera meter sus narices en la política, los negocios, el entretenimiento y el arte.

En el texto referido, Wired invita a sus lectores a imaginar una época sin teléfonos inteligentes, laptops, redes sociales y “sin el poderoso Google”, contexto en el que Rossetto, desde 1988, había comenzado a concebir cómo el universo digital no sería sólo un supermercado de gadgets o un negocio lucrativo, sino una fuerza para la transformación global.

Esta visión cuasirreligiosa era congruente con la admiración que aquel grupo de visionarios guardaba hacia Marshall McLuhan, al grado de considerar al célebre filósofo canadiense como “santo patrono”. Y si en algo siguieron sus pasos fue en hacer del medio el propio mensaje: justo en aquel 2007 comenzaron a ensayar una especie de sinergia en la que los contenidos en web no compiten con los 800 mil ejemplares que circulan en papel, sino que cada uno explota un lenguaje diferente, en beneficio de sus lectores. El resultado de esta estrategia se cosechó en enero pasado, cuando Wired anunció que la mitad de sus ingresos publicitarios ya proviene de sus anuncios en línea.

Y la otra cosecha ha venido de la mano de Argo, la cinta más premiada en la actual temporada hollywoodense de galardones previos al Oscar, y que estuvo inspirada en aquella edición impresa de mayo de 2007, ilustrada con un falso storyboard de la falsa película que logró el final feliz de una historia conmovedoramente real.

marco.gonsen@gimm.com.mx