Marco Gonsen

Memoria Flash

Marco Gonsen

11 Mar, 2013

Noticias

La más reciente contribución al debate sobre el futuro del periodismo en la era digital llega ahora de España, por medio del veterano periodista catalán Lluís Bassets, quien desde el título de su libro El último que apague la luz (Taurus, 2013) plantea el escenario apocalíptico al que parecen dirigirse los medios impresos del mundo, comenzando por los de los países desarrollados.

En la introducción de su ensayo menciona la existencia de una página de internet estadunidense llamada Newspaper Death Watch, dedicada, según su propio cabezal, a dar la crónica del declive de los diarios a la par del renacimiento del periodismo, aunque su utilidad reside en consignar, a manera de obituario, cuántos diarios han desaparecido por completo y cuántos sobreviven aplicando medidas como dejar de salir un par de días a la semana o sólo en ediciones on-line.

La decadencia de los impresos, apunta Bassets, se aceleró con la crisis financiera internacional incubada en la Unión Americana desde 2007, contagiada a Europa al año siguiente y que hace ver optimista la predicción de Philip Mayer en The Vanishing Newspaper, en el sentido de que el último diario en papel desaparecerá en el año 2043.

Fue hace ya casi seis años cuando salió a la luz el problema de las hipotecas basura, al mismo tiempo que el internet comenzó a amenazar el tradicional modelo de negocio de las empresas periodísticas, al crear canales de publicación de contenidos muchísimo más económicos que las imprentas habituales.

De hecho, la red terminó por hacer extemporáneo el nombre mismo de “periodismo” a un flujo de noticias que ya no se corta en periodos de tiempo, sino que es constante y no se detiene ya durante las 24 horas del día, lo cual lo lleva a alimentarse de información basura, como rumores o versiones no confirmadas.

De ahí que Bassets haga un interesante paralelismo de nuevo entre la crisis subprime y la periodística: así como los llamados “activos tóxicos” de unos cuantos inversores terminaron contaminando a todo un sistema financiero, existe una sobrevaloración de la abundancia de información en internet, que termina contaminando los valores del periodismo riguroso, aquel que privilegia la verificación total y completa de la noticia antes que ser el primero en colocar el link.

El último que apague la luz está disponible desde el mes pasado en la tienda
iBooks mexicana, acorde con su propuesta de que las mejores virtudes de la práctica periodística migren cuanto antes al plano digital, sobre todo en un escenario en el que, como bien apunta Bassets, cualquier ciudadano “está en disposición, al menos tecnológicamente, de ejercer el oficio de periodista”.

No deja de ser paradójico que un fraseo similar haya sido empleado por Mark Zuckerberg para presentar el pasado jueves el último rediseño a la página de Facebook. En varias ocasiones utilizó el término “periódico personalizado” para definir lo que será el nuevo News Feed o Noticias, la sección en la que habitualmente los usuarios se enteran de lo que hacen sus amigos.

Basada en un diseño que presenta las actualizaciones de los amigos con imágenes más grandes y nítidas, así como en una mayor integración con dispositivos móviles, la nueva propuesta pareciera, en una primera instancia, una respuesta a las propuestas gráficas de sitios como Pinterest o aplicaciones como Flipboard.

Sin embargo, el entusiasmo de Zuckerberg por equiparar la red social con un periódico pareciera confirmar el escenario que Bassets describe en su ensayo: los usuarios convertidos desde ya en reporteros, editores y directores de su propia primera plana, en la que no sólo figuren las anécdotas de sus conocidos, sino las noticias de sus medios favoritos y de las empresas que les hayan merecido un “like”.

En lo personal, habiendo leído el libro de Bassets el mismo día de la conferencia de Zuckerberg, sigo pensando que los periódicos impresos seguirán siendo vigentes mientras el papel siga teniendo ese valor como el material en el que se perpetúan los compromisos más importantes de la vida. Las escrituras de una casa se firman en papel, no en metal ni en madera, al igual que las actas de matrimonio. Por fortuna, ningún profeta habla aún de bodas digitales.

Espero, en ese sentido, que nunca llegue el día en que para casarse sea requisito publicarlo primero en Facebook.

marco.gonsen@gimm.com.mx