Manuel Somoza

Inversión inteligente

Manuel Somoza

2 May, 2013

Parece que cambian los vientos en Europa

El continente europeo lleva ya cinco años sin poder  salir de la crisis económico financiera en la que se encuentra. Evidentemente en la Unión Europea algunas de sus instituciones, principalmente las bancarias, se lastimaron en la crisis  que se generó en Estados Unidos en 2008 por el tema inmobiliario, las hipotecas subprime y la quiebra generalizada tanto de bancos comerciales como de inversión; además de lo anterior, quizá lo que más le pegó (a Europa) fue el problema de deuda soberana que se creó a partir de 2010 y el cual encabezó Grecia, seguido por Portugal e Irlanda así como después la afectación que tuvieron España e Italia, estos dos países  muy importantes por su tamaño en la Unión Europea; la causa conocida por todos fue un excesivo endeudamiento en relación al tamaño de su economía.

Desde la aparición de este problema la receta de Bruselas, muy influenciada por Alemania, fue la obligatoriedad a los países que requerían ayuda del Banco Central Europeo de cumplir con estrictas medidas de austeridad que los llevaran a reducir, en forma dramática, sus déficits fiscales y a mediano plazo tratar de conseguir una disminución en los montos totales de deuda.

El resultado de la ortodoxia y la austeridad que implicaron estas medidas, fue que los países emproblemados entraran en recesión  agravando aún más su situación. Hoy parece ser que los vientos cambian, hay un reconocimiento no explícito de que la receta alemana simplemente –después de cinco años– no ha funcionado; el único hecho objetivo hasta ahora, es que a España se le concedió que ajuste su déficit fiscal hasta 2017 en lugar de tener que hacerlo a partir de ya. Todo lo demás es retórica, aunque el sentimiento de los mercados y de los inversionistas es que una vez que queden atrás las elecciones en Alemania, programadas para septiembre, si gana –como se prevé– la canciller Angela Merkel, se podrían iniciar cambios en el sentido de crear estímulos monetarios como el caso de EU, Gran Bretaña y Japón; este tema es rechazado por Alemania cada vez que se pone sobre la mesa, sin embargo se prevé que ésta flexibilice su postura.

Lo que implica un cambio monetario de esta naturaleza es que el Banco Central Europeo emita euros y éstos se dediquen a comprar bonos de mediano y largo plazos de los países antes mencionados, con dos propósitos: Inyectar recursos a las instituciones financieras de los mismos, así como mantener costos de financiamiento más bajos a los actuales, sobre todo para España, Italia y los países que han sido objeto de rescate por parte de la Unión Europea y del Fondo Monetario Internacional.

Si fuera el caso de que la apreciación que hoy tienen los mercados sea incorrecta, la crisis del viejo Continente todavía tiene para largo; creará no sólo mayores problemas económicos, sino eventualmente conflictos  sociales.

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