El aroma de Ámsterdam: Paradigmas

El modelo neerlandés puede brindarnos un poco de luz sobre como mejorar la actual política pública en torno a las drogas
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Dentro del grupo de drogas suaves encontramos el cannabis y sedantes que son considerados menos dañinos para la salud. Foto: Getty
Dentro del grupo de drogas suaves encontramos el cannabis y sedantes que son considerados menos dañinos para la salud. Foto: Getty

CIUDAD DE MÉXICO.- La historia entre Países Bajos y las drogas es interesante. A inicios del siglo XX era el mayor productor de cocaína en el mundo mientras que el gobierno recibía grandes ingresos por los permisos otorgados para vender opio a colonias locales. Tiempo después, se modificó el sistema de permisos por un monopolio estatal para la venta de opio.

En 1912, por iniciativa de los Estados Unidos, se celebró la Convención del Opio en La Haya. El artículo 9 de esta convención proponía la promulgación de leyes que restringieran la producción y venta de drogas a usos medicinales exclusivamente. La ratificación de dicho artículo por el gobierno neerlandés tomó 7 años, la cual se hizo presente en la Ley del Opio. En la práctica, la aplicación de dicha ley no fue una prioridad. No fue hasta la reforma de la Ley del Opio en 1976 cuando se estableció la política respecto a las drogas en Países Bajos.

El objetivo de la política neerlandesa es reducir la demanda por drogas, la oferta de drogas y los peligros a los consumidores y a la sociedad en general. Es decir, se busca minimizar la cantidad de drogas en el mercado, en lugar de la supresión de éstas

En miras de hacer menor la demanda por drogas, el gobierno neerlandés considera la salud y la prevención de las adicciones como eje central de su pragmático sistema. A través de campañas en las cuales se les presentan a los jóvenes los peligros y consecuencias del uso de las drogas, se busca hacer conciencia entre la población más propicia a caer en las adicciones. Para quienes ya son adictos, el gobierno proporciona tratamiento para sobrellevar sus adicciones. Es importante destacar que no se busca la abstinencia, sino mejorar la calidad de vida de los adictos a la vez que se promueve la integración de éstos a la sociedad, pues se considera como un problema de salud pública. Por ejemplo, los adictos pueden cambiar las jeringas usadas por unas nuevas y esterilizadas, de forma gratuita; ello con el propósito de reducir el riesgo de contraer VIH o hepatitis.

Ahora bien, para contraer la oferta, el gobierno tiene una política de tolerancia hacia las drogas suaves y una de ataque a los grupos criminales que trafican drogas duras (la diferencia entre estos tipos de drogas quedará más clara en unos cuantos párrafos). En los últimos años el tráfico de drogas ha ido en aumento, por lo tanto, la política de combate a los grupos criminales se ha intensificado.

Dada la composición del mercado de las drogas, podemos asumir que la demanda es más inelástica que la oferta, es decir, que la magnitud de la disminución en la cantidad demandada generada por un aumento en el precio es menor que la magnitud del incremento en la cantidad ofrecida, pues quienes ya son adictos a alguna droga, consumirán una cierta cantidad de dicha sustancia independientemente de su precio. De lo anterior se desprende que si el objetivo del gobierno es disminuir la cantidad de drogas de equilibrio en el mercado, entonces es más fácil lograrlo por el lado de la demanda (prevención de las adicciones) que por el de la oferta (combate a grupos criminales). 

Ahora bien, ya sabemos cómo se puede reducir la cantidad de drogas en el mercado, sin embargo, cabe preguntarse: ¿por qué el gobierno busca que exista una menor cantidad de drogas? Una posible respuesta es por las externalidades que provocan; por ejemplo, la alteración del orden público es algo que afecta negativamente las posibilidades de consumo y producción de la sociedad en general. Bajo este supuesto, en un mercado sin regulación gubernamental habría más drogas de las que serían socialmente óptimas. La presencia de externalidades en un mercado es una razón por la cual la intervención gubernamental podría hacer que dicho mercado funcione de una manera más eficiente.

Retomando el tema de la clasificación de las drogas, el principal marco normativo es la Ley del Opio. Esta ley divide las drogas en dos grupos: fuertes y suaves. Dentro del primer grupo se encuentran la heroína, el éxtasis, la cocaína, el opio, las anfetaminas y el LSD. Estas drogas se clasifican como fuertes por los inaceptables riesgos de salud que producen: los consumidores pueden volverse adictos fácilmente y desarrollar severos problemas psicológicos. La producción, posesión y tráfico de estas sustancias está estrictamente prohibida.

Ahora bien, dentro del grupo de drogas suaves encontramos el cannabis y sedantes que son considerados menos dañinos para la salud.  En general, todas las drogas están prohibidas en Países Bajos; es ilegal su producción, posesión y venta. En lo que consiste la política de tolerancia es en que se permite el consumo de drogas suaves bajo ciertas condiciones.

La idea detrás de la clasificación de las drogas es la separación de los mercados, es decir, si una persona quiere consumir una droga suave, puede hacerlo en una "coffee shop", donde exclusivamente venden drogas suaves. De otra manera, tendría que contactar a un dealer. Es importante destacar que los traficantes no solo poseen drogas suaves, sino también fuertes, por lo que cuando una persona comercia con un traficante se vuelve más propenso a consumir drogas fuertes, generando así un mayor daño para su salud y para la sociedad en su conjunto. Este es el punto clave de la política neerlandesa: tolerancia y regulación a las drogas suaves y combate a las fuertes; aislando un mercado del otro.

Como señalé con antelación, se puede consumir cannabis en unos lugares llamados "coffee shop". Las condiciones bajo las cuales operan estos establecimientos son muy particulares: no pueden vender más de 5 gramos por día por persona, no pueden vender drogas fuertes, no pueden promocionar drogas, no pueden generar molestias al orden público y tienen prohibido vender droga a menores de 18 años.

Además del mercado formal de la marihuana continúa existiendo el informal, hay muchos dealers en la calle que te ofrecen marihuana a un precio menor que el de las "coffee shops". La razón por la cual es precio más pequeño es porque los traficantes poseen mayor información que los compradores; me explico, en una "coffee shop", tú sabes que si compras hashís en realidad es hashís, pues el gobierno regula dicha actividad; en el mercado informal, si compras una cierta droga nadie te asegura (más que el dealer) que en realidad sea eso. La asimetría de información se compensa con un precio menor para hacerlo más atractivo.

El tema de la legalización siempre será controversial en una sociedad, sin embargo, el modelo neerlandés puede brindarnos un poco de luz sobre como mejorar la actual política pública.

 

*gl

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